Pedro Caldentey WEB Pedro Caldentey

Director del Departamento de Economía de la Universidad Loyola Andalucía

@PedroCaldentey

 

Los fondos europeos del programa Next Generation están en el centro de la atención del año 2021. Es una oportunidad de oro como no dejamos de repetirnos. Pero hay más razones para esperar un buen año 2021.

En primer lugar, las vacunas y el mayor conocimiento sobre el tratamiento del virus deberían parar su propagación a tiempo para normalizar un poco la situación en el segundo semestre del año, salvo que dejemos grandes zonas del planeta sin vacunar. Si el contagio se frena en todo el mundo, podremos aprovechar la demanda contenida por las restricciones de movimiento. Es previsible un pequeño estallido de consumo, inversiones, viajes y planes de crecimiento y recuperación.

En segundo lugar, es bueno repetir que la actividad económica se vio interrumpida por un shock externo y que no hay defectos estructurales que causaran este confinamiento y frenazo de la economía. Salvo las empresas que no hayan podido aguantar el efecto de las restricciones, la economía se pondrá en marcha de nuevo y crecerá la producción, el consumo, las exportaciones, el turismo, etc. Por eso, es importante hacer un último esfuerzo fiscal para salvar a las empresas viables. Por eso es también importante la terrible tarea de dejar caer a las que no lo eran antes del gran confinamiento o no tienen posibilidades de recuperarse.

Y, en tercer lugar, en este mapa de esperanzas está la Unión Europea. Lo está cualitativamente porque nos ha servido para reaccionar colectivamente y para respaldar decisiones complejas y arriesgadas como todos los programas asociados a la política monetaria y fiscal súper-expansiva que hemos visto. El BCE, la Comisión Europea y los Consejo de la UE nos han ayudado a no dudar en la respuesta.

También es importante la UE en términos cuantitativos por una doble razón. Desde la perspectiva de la política monetaria, porque sus programas nos ayudan a sostener una deuda del 117% y a pensar en cómo hacerla sostenible. Y desde la perspectiva de la política fiscal, porque el paquete de financiación desde los presupuestos comunitarios va a ser muy significativo. Tendemos a hablar solo del Programa Next Generation, pero es conveniente verlo agregado al marco financiero plurianual, a los presupuestos ordinarios de la UE. El cuadro ofrece las cifras globales repartidas en los ejes de las políticas de la Unión. Se trata de casi dos billones de euros si agregamos al presupuesto europeo los 750 mil que suma Next Generation, una cifra colosal.

Grafico1

Para hacernos una idea, el presupuesto general del Estado de 2021 es de 550.484 millones de euros. El gasto anual del presupuesto comunitario en España fue de casi 12 mil en 2019. De las previsiones financieras de la UE (el presupuesto ordinario) desde 2021 a 2027, España recibirá algo más de 31 mil millones por Política de Cohesión y más de 37 mil por el Fondo Europeo de Garantía Agraria.

También tendrá, claro, que hacer sus aportaciones al presupuesto comunitario, donde seguramente tendrá al final del período un perfil de moderado receptor neto más que contribuyente neto.

Del Programa Next Generation, España recibirá aproximadamente 140 mil millones de euros a través de sus cuatro programas (Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, el principal; REACT-UE; Fondo de Transición Justa, y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural).

Muchos millones para sostener políticas y programas como venimos haciendo con los presupuestos de la UE. El volumen de los fondos Next Generation supone un incremento de más del 75% de los presupuestos ordinarios para el marco multianual. Tienen un fin obvio de reactivación de la actividad y por eso se concentran en estos próximos años. Pero son, sobre todo, un motor de cambio para impulsar en Europa el florecimiento de sectores competitivos de futuro.

Las previsiones financieras 2021/2027 se engarzan con los presupuestos de nuestras administraciones públicas, como vienen haciendo desde hace décadas. Los nuevos fondos no seguirán ese comportamiento. Solo algunos fondos van directamente dirigidos a las CC. AA.

Por ejemplo, el REACT-UE (Ayuda a la Recuperación para la Cohesión y los Territorios de Europa) es una iniciativa dirigida a ampliar las medidas de respuesta y reparación de la crisis y amplían la dotación de los Fondos estructurales de la UE.

No cabe hablar del reparto de los 140 mil millones asignados a España entre comunidades autónomas. En la gestión de los fondos primará la intención de cambio en el sentido de los planteado en los acuerdos europeos y su factibilidad, y se evitarán repartos y cuotas. La propia cifra mágica de los 140 mil millones que nos tocan podría no confirmarse si no somos capaces de definir propuestas adecuadas, bien orientadas y gestionadas eficazmente, en un marco de ciertas reformas.

Por eso son tan relevantes los primeros pasos que se están dando en la propia UE y los cambios legales e institucionales en España. La transparencia en este proceso es también clave para asegurar que respondemos al desafío sin arbitrariedades y con la participación de los más capaces de extender los beneficios que buscamos a todos los agentes económicos y sociales.

 

Artículo incluido en la edición de marzo de Agenda de la Empresa