José Ariza Reyes
Director
Fundación Escuela Andaluza de Economía Social
Hace unos meses, concretamente en octubre de este extraño y difícil año 2020, en mitad de las limitaciones a la movilidad, las preocupaciones por la salud de las personas más débiles y cercanas y la incertidumbre del futuro que nos llega, cumplimos 18 años.
Se hace muy lejana esa década de los años 90 cuando la recién organizada economía social andaluza comenzaba a ocupar espacios de influencia e incidencia que ayudaron a dinamizar un sector cooperativo liderado por hombres y mujeres jóvenes en nuestras ciudades y pueblos.
Una década en la que la tan “utilizada hoy día” expresión de “alianza público privada” adquiría valor real en un acuerdo entre la Federación de Cooperativas de Trabajo (FAECTA) y el Ayuntamiento de Osuna para por un lado, rehabilitar una joya del barroco andaluz, como la Iglesia Convento de la Merced con siglos de historia a sus espaldas, y, por otro, fijar los cimientos de un espacio que pretendía pivotar sobre el conocimiento, la innovación y la transformación social proyectándose al futuro: la Escuela Andaluza de Economía Social.
Esta institución nace en el año 2002 con el primer objetivo de mejorar la profesionalización y la capacidad de gestión de esos jóvenes líderes de la economía social que daban vida a miles de empresas y organizaciones, generando empleo estable y de calidad en todo el territorio andaluz, representando en torno al 12% del PIB andaluz.
Pero la Escuela era y es futuro, e inmediatamente volcó también su trabajo no solo en aquellas personas que ya lideraban sus empresas, sino también en los nuevos emprendimientos promovidos por jóvenes, en los dirigentes políticos de las organizaciones representativas del sector, y en el cuerpo docente de la propia Escuela.
Programas como FIDES Directivos, FIDES Emprende, FIDES Rector o FIDES Tutor, son parte ya de la historia de ésta muchas veces denominada “Escuela de Negocios de la Economía Social”. Fueron centenares las personas que en esos primeros años aprendieron y emprendieron durante los fines de semana en las aulas del “Convento”, discutieron horas en el claustro infinidad de proyectos de intercooperación empresarial y celebraron con más melancolía que alegría los actos de clausura al acercarse cada año el mes de junio.
De aquella Escuela de Economía Social de los primeros años, muy centrada en las empresas y organizaciones andaluzas, en la formación directiva y emprendedora, hoy encontramos una institución de clara vocación internacional, con una especial mirada a América Latina y el Caribe, y por supuesto a Europa, que justo antes del inicio de esta pandemia arrojaba cifras solo en el año 2019 de 3.205 alumnos y alumnas, de los cuales 2.500 son de América Latina y el Caribe.
Una institución que, entre otras muchas actividades, desarrolla proyectos de innovación en nuevas metodologías para el emprendimiento con socios europeos, promueve junto a universidades andaluzas nuevos títulos académicos que acercan la economía social a la juventud, acompaña nuevos emprendimientos cooperativos en Centro América, asesora a agencias internacionales de desarrollo en iniciativas de desarrollo local con base en la innovación social, imparte formación para empleados públicos en Contratación Pública Responsable en España u organiza cada año (excepto el pasado) foros y congresos internacionales, convocando a centenares de líderes para debatir y proponer soluciones innovadoras y para intentar eliminar las injusticias y desigualdades que nos rodean. Esta es la Escuela de Economía Social del año 2021.
En ese camino nos hemos cruzado con dos importantes crisis, que, aunque con orígenes distintos, nos hacen ver la debilidad de las costuras que sostienen esta sociedad, su necesaria transformación, y el papel cada vez más relevante que en el futuro del planeta debe tener la economía social: seguir promoviendo un modelo de sociedad sostenible donde equilibremos los ámbitos social, medioambiental y económico.