Iberdrola comenzó su andadura andaluza hace 12 años con un gran proyecto en Arcos de la Frontera, la construcción de la central de ciclo combinado más grande y tecnológicamente más avanzada de las que hasta ese momento existían en nuestro país. Desde entonces, paso a paso, distintas áreas de la compañía se han ido implantando y ganando terreno en esta Comunidad.
Si hacemos balance de esta etapa, las cifras hablan por sí solas: más de 4.370 millones euros de impacto económico en Andalucía de los que alrededor de 3.000 millones corresponden a inversiones y 1.150 millones € a compras realizadas a más de 100 empresas andaluzas. El resto, 220 millones euros, correspondería al impacto fiscal que la actividad de la empresa ha supuesto para las distintas administraciones locales y autonómicas y a salarios de sus empleados en la región.
Gracias a este esfuerzo inversor, en el que habría que destacar la apuesta por la energía eólica, área a la que se han destinado cerca de 1.300 millones euros, Iberdrola encabeza en la actualidad el ranking de productores de este tipo de energía renovable.
Pero hay algo más detrás de estos números y es el efecto tractor y de motor de la economía que la actividad de Iberdrola está generando en la región.
El ejemplo más claro se ha producido hace unos días con la firma del contrato de adjudicación a los astilleros de Navantia en Puerto Real, provincia de Cádiz, para la construcción de estructuras destinadas al parque eólico marino de Wikinger, que la compañía está desarrollando en el mar Báltico, frente a las costas alemanas.
Además de la carga de trabajo que esto supone para los astilleros, ya que se trata de uno de los mayores contratos que Iberdrola ha adjudicado hasta la fecha a una empresa española en el sector de las energías renovables, representa la entrada de Navantia en un mercado estratégico, como es el de la eólica offshore. Esta adjudicación podría propiciar también que la naviera participe, en un futuro, en la construcción de nuevos parques eólicos marinos que la empresa promueve en otros países de Europa.
De hecho, con este tipo de encargos se benefician no sólo el adjudicatario principal sino toda la industria auxiliar que gira alrededor y es una manera de apoyar la internacionalización de empresas andaluzas.
En definitiva, la apuesta de Iberdrola por la progresiva internacionalización de su actividad ha sido beneficiosa no solo para el Grupo sino para decenas de sus proveedores españoles.
Alberto Yarte
Delegado de Iberdrola Andalucía