El Smartrural consiste en ofrecer innovaciones institucionales, tecnológicas y sociales que respondan a los retos del desarrollo rural sostenible. Se trata de un término integrador que utiliza la innovación como eje vertebrador. En Andalucía, hablar de conseguir unas zonas rurales con el adjetivo “smart” es hablar del SmartAgro, ya que, la actividad agraria ocupa más del 60% de su superficie; y, dentro de ésta, es hablar de olivar, que destaca tanto por su ocupación del territorio, el 31% de la superficie agraria útil, como por su aportación económica, al ser la principal actividad para 300 municipios y más de 250.000 familias, según la Consejería de Agricultura.

Salazar MelaniaEl olivar, de la mano de la Política Agraria Común (PAC), sufrió una expansión e intensificación basada en la adopción de innovaciones tecnológicas. Así, se pasó a producir el doble de aceite de oliva entre los años 1990 y 2000. Esto supuso un éxito, pero la PAC descuidó que una innovación encaminada solo a mejorar el output productivo podía conllevar otros problemas, como por ejemplo los ambientales. Desde los años noventa, especialmente a partir de la Agenda 2000, la PAC ha consolidado el rol fundamental de la agricultura como arquitecta de la configuración del medio rural.

En este sentido, el olivar está teniendo un papel muy destacable en el territorio andaluz. Para ello, los agricultores están adoptando innovaciones, no solo tecnológicas, sino también en la propia organización productiva y en su capital humano, traducidas, por ejemplo, en el uso de cubiertas vegetales o la racionalidad en la utilización de fitosanitarios y abonado, muchas veces impulsadas por la proliferación de agrupaciones de producción integrada (API); y, dentro del ámbito del sector cooperativo, en la extracción del aceite el salto de calidad es abismal, con nuevos métodos respetuosos con el medioambiente (extracción en dos fases), a los que se han unido la emergencia de una industria asociada a los subproductos de olivar (energía, alimentación animal, fertilizantes orgánicos, etc.).

De hecho, según la Junta de Andalucía, un 30% de nuestro olivar ya utiliza cubiertas vegetales, un 25% está en producción integrada y el potencial energético de subproductos representa el 2,8% del consumo total de energía primaria en la región. De modo que, la inclusión de todos estos aspectos se dirige hacia crear un “SmartOlivar”. Sin embargo, aún quedan retos pendientes: seguir avanzando en el cuidado medioambiental, disminuir la dependencia de las subvenciones aumentando la rentabilidad económica, mejorar la posición de debilidad del sector cooperativo en la cadena de valor del aceite de oliva, incrementar las competencias del capital humano, y, en definitiva, a través del efecto sinérgico de los anteriores factores, fortalecer la resilencia del sistema.

La ley del olivar de Andalucía y el Plan Director del Olivar pueden convertirse en el eje pivotante para instrumentar el SmartAgro. El fondo, dotado con 304 millones de euros, pretende impulsar el olivar basándose en líneas estratégicas como los programas agroambientales, apoyo a la mejora de explotaciones y jóvenes agricultores, e industria olivarera y comercialización. Igualmente, con el carácter inclusivo que recoge el espíritu de este concepto, aparecen los Grupos operativos de innovación, cuya finalidad es crear clústeres de I+D+i+F, integrando al sector para solventar la insuficiente transferencia de conocimientos hacia el mismo, fortaleciendo el desarrollo del capital social. Sin duda, esta transición hacia el SmartAgro, que integra nuevos aspectos vinculados a la necesidad de aprendizaje constante del territorio en un mundo global, es una oportunidad única para llevar a cabo una estrategia a largo plazo en el olivar que lo integre en las dinámicas económicas y sociales actuales, y lo convierta en un referente de vanguardia en el medio rural. Sin olvidar que son los agricultores y empresas quienes al final han de realizar el esfuerzo que lo permita.

 

Melania Salazar Ordóñez

Profesora Adjunta

Departamento Economía

Universidad Loyola Andalucía

 

Macario Rodríguez Entrena

Investigador

Departamento Economía y Sociología Agrarias

IFAPA – Instituto Andaluz de Formación Agraria y Pesquera