Partiendo del supuesto de que todo aquel que se dedica a tareas literarias y periodísticas está sometido, ya sea por negligencia o por mera ignorancia, al implacable imperio del error, parece conveniente iniciar una especie de ‘peregrinación’ por aquellos lugares por los que transitan e incluso hallan cobijo , en abigarrada compañía, metonimias y metáforas mal avenidas, redundancias, solecismos, anacolutos y demás figuras más o menos retóricas.

No obstante, nada nuevo hay en esta inquietud, estrictamente pedagógica -“enseñar es repetir”, decía el doctor Marañón- por sacar a la luz tanta agresión cotidiana al idioma y tanto atentado al sentido común. Estudiosos de la lengua, ensayistas y escritores solventes (pienso en Emilio Alarcos, Manuel Alvar, García Yebra, Gregorio Salvador, Rodríguez Adrados, Javier Marías o el añorado Lázaro Carreter ) han contribuido a la saludable tarea de ‘desfacer entuertos’ lingüísticos, lo que viene a justificar, en cierto modo, este ‘afán redentor’ que me impulsa a continuar la estela de tan ilustres predecesores.

Iniciaremos nuestro recorrido por aquellos verbos que padecen una deformación crónica, tal como ocurre con ubicar, empleado a troche y moche, pues hoy todo está ubicado: “… este año la Semana Santa se ubica en abril”, o “los hinchas del equipo rival se hallan ubicados en la zona tal”, verbo que reemplaza, sin motivo razonable, a ‘estar situado’, ‘estar instalado’ , ‘encontrarse en algún lugar’; reiniciar, para indicar que algo prosigue tras una pausa, y que no se ha suspendido en el momento de iniciarse, es ‘reanudar’, sin más; cesar, verbo intransitivo, se convierte en ‘destituir’ si nos referimos, pongamos por caso, al gerente de una empresa, que ‘ha cesado en sus funciones’ o bien que ‘ha sido destituido’, y no ha sido cesado; en cuanto a demandar, verbo procedente del latín, de donde pasa al francés y al inglés, debe interpretarse, salvo en un contexto jurídico, como ‘exigir’ o ‘solicitar’, junto a sus derivados, ’exigencia’, ‘solicitud’ e incluso ‘petición’, aunque la Seguridad Social, en las citas para sus diferentes servicios, hable de demanda clínica o de enfermería.

¿Y qué decir de priorizar y de su parientes próximos prioritario y prioridad, repetidos todos ellos hasta la náusea? ¿Por qué no ‘conceder preferencia’, ‘dar preferencia’ o incluso ‘dar prioridad’? Como en tantos otros casos, es pura pedantería, obsesión por innovar a partir de galicismos y anglicismos que, piensan algunos, dotan al discurso de cierto tufillo de ‘modernidad’. Muy frecuente es también la confusión entre deber y deber de, si bien el primero expresa obligación (“Debo levantarme temprano”), en tanto que el segundo denota probabilidad, algo que quizás ha sucedido o sucede (“Juan debe de estar descansando, como de costumbre”).

Otro virus que ha invadido nuestra parla ha sido el uso sistemático del infinitivo en alocuciones y demás actos públicos, en los que el presunto orador, emulando a Tarzán o a aquellos indios malvados de las películas, inicia solemnemente su intervención con “(Sólo) decir / agradecer / añadir / señalar que …”, omitiendo el verbo principal dependiente: “Quiero / deseo agradecer / añadir …”, o bien, “hay que / es preciso agradecer que …”. Y siguiendo con el tema de verbos incorrectamente empleados, nos topamos con escuchar, en especial cuando algún impaciente interlocutor, normalmente en el autobús o en una sala de espera y, casi siempre, pegado a nuestra oreja, profiere aquello de “¡No te escucho! o “¡No se escucha bien!”, que viene a ser algo así como si dijera “No miro bien”, por “no veo bien”. Resulta innecesario aclarar que oír y ver, a diferencia de escuchar y mirar, carecen del sentido de voluntariedad que distingue a estos últimos.

Otra moda preocupante es la difusión de lo que puede denominarse ‘condicional de la presunción’, esto es, del rumor que rodea un determinado suceso o acontecimiento, un galicismo mediante el cual se formula una información que se presenta con reservas:“un cigarrillo mal apagado estaría en el origen del incendio”, cuando lo procedente sería: ‘Al parecer …’, ‘Se asegura que …’, ‘Se dice que ….’. Como puede apreciarse, el idioma es tema de permanente actualidad y, por fortuna, fuente de polémica.

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