Dirección: John Axelrod
Ruth Rosique: soprano
Obras de J. Strauss (II), Brahms, Falla y Stolz
El efecto mimético que supone la celebración del Concierto de Año Nuevo en el Musikverein vienés -dirigido en la presente edición por el maestro letón Mariss Jansons- ha multiplicado su influencia de tal forma que toda ciudad que se precie se ve en la obligación de organizar uno a su imagen y semejanza, si bien introduciendo algunos factores diferenciales, como es el caso del ofrecido por el Teatro de la Maestranza -que celebraba sus 25 años de existencia- con la actuación de una soprano de prestigio, la andaluza Ruth Rosique, asidua invitada de las principales salas de conciertos, en una incursión por la obra de Manuel de Falla -siempre luminosa y arrebatadora- protagonizada, hoy, por fragmentos de El amor brujo y La vida breve, páginas universales de las que poco o nada queda por descubrir, algo que podría hacerse extensivo a las Siete canciones populares que, sin embargo, en nuestra modesta opinión, son materia muy diferente, tanto por su novedosa armonización como por la autenticidad de sus fuentes de inspiración.
John Axelrod, consciente del impacto popular que generan páginas a cuyo hechizo resulta difícil sustraerse, sorprendió gratamente con la inclusión de un aria de la ópera Der Favorit, del compositor austríaco Robert Stolz, prolífico autor de más de 100 bandas sonoras de películas (también de una marcha fúnebre compuesta anticipadamente a la muerte de Hitler), que interpretaba la ROSS por vez primera. Naturalmente, no podían faltar páginas imperecederas: obertura de El murciélago, Vino, mujeres y canciones o En el bello Danubio azul, sin olvidarnos de Brahms y algunas de sus danzas húngaras más populares.
La sensibilidad y el buen hacer de Ruth Rosique destacaron especialmente en El paño moruno, el Polo y la Nana -canción de cuna andaluza, diferente de todas las demás canciones de cuna- y, sobre todo, en su versión, cálida y de un lirismo conmovedor, del aria del desconocido Stolz, al que antes hemos hecho alusión. El maestro Axelrod, buen conocedor de la psicología del público sevillano, como se demuestra en la programación de la presente temporada, que discurre por sendas no excesivamente complejas, llevó en volandas a una ROSS con la que mantiene una especial sintonía, mutuamente percibida, lejos del rigor y los desencuentros de antaño.
El público -que había agotado las localidades- mostró un previsible entusiasmo que obligó a la concesión de varios y ‘suculentos’ bises, a cual más aplaudido, especialmente el de la gentil Ruth Rosique como homenaje a las bodas de plata de ‘nuestra’ Sinfónica, para finalizar con la Marcha Radetzky y su inevitable cortejo de palmas. ¡Feliz 2016!
Miguel Fernández de los Ronderos