Siempre que concluye un año, es inevitable hacer balance y, en este sentido, el año 2015 no ha podido ser más intenso en el ámbito agrario, agroalimentario, político y corporativo. Muchos son los cambios que se han producido en los últimos meses, muchas las noticias que nos ha dejado el sector y muchísimos los retos que tenemos por delante.
Comencemos por los sectores productivos, los cuales se han resentido, a nivel general, por unas condiciones climáticas que sólo han servido para mermar las cosechas. En consecuencia, hemos tenido producciones más cortas de lo esperado.
No obstante, es cierto, ha sido un año de precios positivos para los olivareros y los cerealistas de trigo duro, entre otros, mientras nuestro comercio agroalimentario ha continuado arrojando datos históricos en el exterior.
A cierre de 2014, las ventas del sector agroalimentario supusieron, con 40.830 millones de euros, el 17% de todas las exportaciones españolas, incrementándose el dato en un 3% con respecto al ejercicio anterior. Todo ello, a pesar de que la exportación hortofrutícola, como consecuencia del veto ruso, descendió ligeramente de los 11.807 millones de euros hasta los 11.731. Personalmente, me siento enormemente satisfecho de comprobar la fortaleza del sector agroalimentario, que no sólo ha sido capaz de soportar las coyunturas económicas más desfavorables, sino que ha logrado crecer como demuestran los datos.
A nivel político, este año ha sido el primero de la nueva PAC, la cual ha introducido nuevos conceptos como la regionalización, el greening, un menor presupuesto global o el llamado Coeficiente de Admisibilidad de Pastos (CAP), que finalmente se han traducido en menos ayudas a las rentas y más burocracia, un apartado éste que, a mi entender, nuestras administraciones no han sabido defender como correspondía. También ha sido el año del fin de las cuotas lácteas tras 30 años en vigor, lo que ha generado una inestabilidad importante en el sector europeo y español. Me alegra decir que Andalucía ha sido la comunidad autónoma donde menos convulsión se ha producido, gracias a un importante nivel de integración del sector productor en torno a la OPL del Sur (Organización de Productores Lácteos), que aglutina más del 95% de la oferta láctea andaluza y por encima del 8% de la nacional.
A nivel de federación también ha habido cambios, ya que este ha sido año de renovaciones, con un nuevo Consejo Rector, presidido desde septiembre por Juan Rafael Leal Rubio, vicepresidente de Covap, y cinco incorporaciones entre las quince personas que lo conforman.
De cara a 2016, son muchos los retos que el sector agroalimentario, en general, y las cooperativas, en particular, tenemos por delante. Insisto en un tema de vital importancia como es la industrialización, donde todavía nos queda un largo camino por recorrer. Continuaré con el necesario y urgente relevo generacional, pues sólo el 5% de los agricultores y ganaderos andaluces son menores de 35 años, mientras el 40% supera los 65. La visibilización de las mujeres rurales y su incorporación a la vida de las cooperativas y sus órganos de decisión, se hace también fundamental, puesto que si bien tenemos un 25% de socias, tan sólo representan un 3,5% en nuestros consejos rectores. No nos podemos olvidar de la formación a todos los niveles, a fin de desarrollar un sector agroalimentario profesional, competitivo y de calidad. Finalmente, retomaré la internacionalización, ese capítulo que tan buenas noticias nos está dando y que a buen seguro seguirá creciendo de la mano de la calidad y las innovaciones que seamos capaces de poner en el mercado. Sin más, cooperativas, ¡manos a la obra!
Agustín González Sánchez
Consejero delegado de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía