La industria es un sector de actividad productiva fundamental para que Andalucía pueda lograr un crecimiento económico equilibrado y sostenible a futuro. La contribución que realiza la actividad industrial en la economía no se reduce a la riqueza y al empleo generado por el propio sector, sino que tiene un importante efecto arrastre en toda la cadena de valor regional.

Mucho se ha dicho y escrito ya sobre el sector industrial manufacturero y la importancia de que su participación en la economía se sitúe en torno al 20% en Europa para el horizonte 2020, así como sobre la traslación de este ambicioso objetivo comunitario, complementado, además, con cuestiones relativas a la eficiencia energética y sostenibilidad ambiental, hacia las diferentes economías nacionales y regionales de la Unión.

Esta apuesta por la reindustrialización se asume con interés y empeño en nuestra comunidad autónoma, como así se evidencia con los objetivos que, queriendo incidir sobre la base del reto de la especialización inteligente en la cadena de valor, pretende lograr la Estrategia Industrial de Andalucía 2020 haciendo una apuesta decidida por impulsar la innovación, la internacionalización, la mejora de la productividad, y el aumento de la dimensión empresarial, que son factores claves para que las empresas sean más competitivas, pero que no recoge o aporta soluciones concretas, ni contundentes, a la sobrerregulación que sufre el sector, a la lentitud de la tramitación de permisos y autorizaciones, así como a la falta de cooperación entre las administraciones con competencias a la hora de la toma de decisiones, que provoca que proyectos empresariales con inversiones importantes entren en situación de bloqueo. Tal es el caso de las instalaciones cementeras de nuestra comunidad autónoma, que no consiguen los permisos necesarios para valorizar residuos en sus instalaciones, que es una alternativa que trae inversión y empleo, y que está comprobada que es sostenible ambientalmente, como lo demuestra que esté ampliamente extendida en los países más desarrollados y con normativas ambientales exigentes.

Esta nueva Estrategia por la industria reaparece, paradójicamente, tras un largo periodo de crisis que ha castigado duramente a la actividad industrial andaluza. Un sector que ha perdido en la comunidad andaluza en torno a un 15% de su valor añadido en los últimos siete años, tras verse afectado no sólo por una menor demanda mundial de bienes industriales, sino también por fenómenos, no exclusivos de Andalucía, de outsourcing y offshoring.

Un dato agregado que no debe ocultar la existencia en Andalucía de industrias altamente competitivas. En Andalucía contamos con una próspera industria aeroespacial, dos grandes aglomeraciones o polos tractores de actividad industrial, química y energética, una potente industria agroalimentaria que, además, actúa como elemento estratégico para la cohesión en el medio rural, así como otras ramas industriales vinculadas a la automoción o a la minería, con una dilatada trayectoria en la región y que se comportan como actividades pujantes, con una positiva incidencia sobre la innovación y el empleo.

Precisamente, asumir desde Andalucía los objetivos que nos marca Europa requerirá, por un lado, saber aprovechar estas actividades en las que Andalucía es competitiva para poder desarrollar nuevos vectores de crecimiento industrial en la región. Y, por otro, dotarnos de una política verdaderamente pro industrial de largo plazo y estable, transversal, desde el compromiso y la implicación de todas las administraciones públicas con la industrialización de Andalucía, sobre la que poder pivotar el cambio de patrón de crecimiento económico regional, desde el fomento e incentivo a la inversión, y con el objetivo de mejorar la productividad, generar conocimiento y talento, y aumentar la presencia internacional de nuestras empresas.

En definitiva, impulsar la competitividad de las industrias complementarias y auxiliares andaluzas, para que puedan integrarse en las cadenas de valor de las grandes industrias tractoras instaladas en la región, y de aquellas otras que puedan venir y a las que hay que saber atraer. Todo ello será inviable sin una apuesta clara y ambiciosa hacia la eliminación de las trabas actuales para la actividad industrial, posibilitando la seguridad jurídica que requiere el desarrollo de la industria andaluza, de forma que Andalucía se convierta en un territorio atractivo para la actividad y la inversión industriales.

 

Julián Gómez Gotor

Presidente del Consejo Empresarial del Sector Industrial y Tecnológico de la CEA