La máquina de vapor supuso el inicio de la primera revolución industrial. Esta primera revolución (que arrancó a finales del siglo XVIII y llegó hasta mediados del XIX) cambió radicalmente la forma de hacer las cosas y supuso el paso de la economía rural a la industrial. La mecanización de los procesos productivos, sobre todo de la fabricación de tejidos supuso una fuente de riqueza para las naciones, principalmente para aquellos países pioneros en el desarrollo y uso de dichas tecnologías. Inglaterra adquirió un liderazgo mundial por esa visión de mejora de su competitividad de la que ha estado viviendo hasta nuestros días.

La segunda revolución industrial se debió a la producción masiva de energía eléctrica y a la producción en cadena, especialmente aplicada a la producción de automóviles con motores de combustión interna.

Aurelio-AzañaAl igual que en la primera, estos avances se aplicaron a la industria y posteriormente, pasaron a formar parte de la mejora de la calidad de vida de las personas. Las casas se iluminaban todavía con aceite y el alumbrado de las calles se hacía con gas cuando las máquinas de las industrias se movían con electricidad. Con el tiempo, este avance pasó a la vivienda y formó parte inseparable de la vida de las personas.

Con posterioridad, se produjo la tercera revolución industrial, caracterizada por el empleo de la electrónica, las tecnologías de la información y la automatización de los procesos industriales. Una vez más, estos adelantos que se iniciaron en la industria pasaron a mejorar la calidad de vida de las personas, y hoy por hoy no concebimos a un ciudadano que no esté relacionado en su quehacer diario con estas tecnologías.

Ahora nos encontramos en una nueva etapa de cambios que están dando lugar a que a esta etapa que nos toca vivir se le llame la cuarta revolución industrial. De una revolución a la siguiente, el nivel de complejidad ha crecido exponencialmente  y la duración de cada una de ellas ha decrecido también de forma exponencial.

Otra de las características de cada revolución es que aquellos pueblos que han sido capaces de adelantarse y de ver las posibilidades de cada tecnología son los que han liderado el mundo en los siguientes años.

En qué consiste la industria 4.0

A mi entender, el término de industria 4.0, y lo que ello conlleva, no está todavía perfectamente definido. Las tecnologías maduras que formarán parte del elenco final de esa revolución industrial todavía no están en el mercado (al menos completamente) y lo que ahora tenemos son los avances de lo que darán de sí dichas tecnologías.

La robótica superavanzada, el Internet de las Cosas, la minería de datos y Big Data, la hiperconectividad, las tecnologías 3D, las plataformas BIM, la energía inteligente, Smart Grid y las Smart Cities, la tecnología biomédica, movilidad eléctrica y bastantes conceptos más que he obviado por no extenderme mucho, son algunas de las tecnologías que están transformando distintos paradigmas colectivos como el industrial, la sanidad o la convivencia en las ciudades. El ochenta por ciento de las tecnologías industriales que manejaremos dentro de cinco años todavía no están desarrolladas actualmente.

De todos modos, los que conocemos el mundo industrial no nos alarmamos por la irrupción de estas tecnologías. Bajo mi punto de vista, suponen el flujo natural de los desarrollos de la industria para ganar competitividad y mejorar la calidad de vida de las personas. Como pasó con la electricidad en la segunda revolución industrial y he explicado anteriormente, esos avances no tardarán en pasar del sector industrial al uso común y cotidiano de los ciudadanos. Me explico con otro ejemplo: el GPS fue ideado y desarrollado por la industria militar. De ahí, en pocos años pasó al uso cotidiano, hasta tal punto que hoy todos los teléfonos móviles llevan un sistema de geoposicionamiento.

Industria 4.0 y competitividad

La industria andaluza, en general, no tiene suficiente tamaño crítico para competir en entornos globales y, sobre todo, adolece de falta de competitividad. Nuestra industria tiene por delante el reto de subirse al tren de la industria 4.0 de forma rápida si quiere ganar competitividad. Para competir en el mundo global que nos ha tocado vivir o ganas competitividad o no tienes nada que hacer. Hasta los sectores industriales más tradicionales tendrán que adoptar las tecnologías anteriores si quieren jugar algún papel en el escenario internacional. En el futuro, nos guste o no, la vida estará controlada por la tecnología. No tardaremos mucho en verlo y en vivirlo. Los coches funcionarán con electricidad y no precisarán de conductor, las operaciones de cirugía las harán manipuladores automáticos que manejarán tal cantidad de información que el hombre no podrá ni tan siquiera emularlo y no tendremos que aprender idiomas porque un pequeño implante o un nanoaudífono llevará cientos de lenguas dentro en traducción simultánea.

Ello no quiere decir que las máquinas vayan a desplazar a las personas y que el paro vaya a aumentar porque las tecnologías manden a las personas fuera del mundo laboral. No será así. Simplemente, se desplazará el perfil de personas ocupadas hacia trabajos que requieran de mayor preparación y conocimientos. En una sociedad postindustrial, el nivel de preparación exigible a todos los niveles será mucho mayor que el que la sociedad actual demanda.Se abre, por tanto, una oportunidad para las sociedades desarrolladas de modo que aquellos que no pierdan el tren de la nueva industria tendrán mucho que decir en el escenario internacional.

La hoja de ruta de la industrialización 4.0

La etapa actual sería una primera fase de concienciación a nivel empresarial y en paralelo, se está produciendo un desarrollo de las tecnologías aplicables.

Posteriormente, habrá una fase intensa de formación por tecnologías y por competencias que afectará a todos los niveles: colegios, formación media, mandos intermedios, universidades, graduados, ingenieros y directivos. Ello también llevará una forma diferente de trabajar en entornos más colaborativos.

Para adaptarse a esos cambios que supondrán las industrias 4.0, el papel de la administración es fundamental y será el elemento facilitador para que dichas tecnologías calen en la industria. El apoyo de la administración mediante el fomento de la I+D y los apoyos para la financiación de la misma serán elemento clave para no perder, una vez más, el tren de las reformas necesarias. No hay que olvidar que el concepto de industria 4.0 ha sido construido en Alemania, donde su alto potencial industrial va buscando de forma muy inteligente el liderazgo en la distribución de tecnologías diseñadas por ellos, en un ejemplo claro de apuesta por el motor económico que es la industria de un país.

Por último, hará falta un agente homogeneizador; alguien tiene que poner orden y uniformizar los criterios marcando claramente las reglas del juego. La adopción de unos estándares internacionales sería una buena estrategia para mejorar la conectividad de las cosas. Eso será una labor bastante difícil, y lo más probable es que haya varios modelos que competirán en el mercado: el modelo europeo, el modelo anglosajón, el modelo chino y algún otro serán los que terminen imponiéndose en el mercado. ¿Cuánto hemos sufrido y seguimos sufriendo por la falta de compatibilidad entre los móviles y los cargadores correspondientes? Si bien la industria 4.0 tiene como objetivo la compatibilidad y el intercambio de información mediante protocolos de comunicación a lenguajes comunes, ello no siempre es tan sencillo en la práctica. El tiempo lo dirá.

Las oportunidades para Andalucía derivadas de la industria 4.0

El tejido industrial tiene que adaptarse cuanto antes a esas tecnologías de la cuarta revolución industrial, lo que le permitirá ganar competitividad. Para ello, la administración tendrá que apoyar la investigación aplicada que desarrollen las empresas y que sean éstas las que acudan a las universidades y centros tecnológicos como apoyo.

La visión de las empresas andaluzas por un lado y la agilidad de la administración autonómica por otro, serán mecanismos claves en ese proceso de reindustrialización a corto plazo que hay que afrontar.

Desde el colectivo de los ingenieros industriales de Andalucía, afrontamos el reto de la nueva revolución industrial con la pasión de unos profesionales que, sin lugar a dudas, tendrán que tener un papel protagonista y coordinador de las políticas activas de la nueva reconversión industrial que se está produciendo.

 

Aurelio Azaña García

Decano Colegio de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental