Innovación y desarrollo no debe ser un departamento cerrado ni un objetivo de futuro, ni muchísimo menos los términos que justifiquen, sin ningún otro motivo, la presencia de un director de I+D florero, capaz de dar charlas y ofrecer una imagen atractiva pero nada más. Al contrario. La innovación y desarrollo es el presente en las empresas más potentes en la actualidad, tiene que ser la cultura que impregne a toda la compañía y estar dirigida por personal capaz y concienciado.

Desde este enfoque, una compañía puede apostar porque las políticas de innovación y desarrollo impregnen todas las áreas y estratos de su actividad. De este modo, se puede poner en valor la capacidad creativa de todo el personal de la empresa porque con una mayor amplitud de miras y compromiso de mejora, todos pueden proporcionar soluciones nuevas y creativas para el desempeño de sus funciones.

Dominique_Cerri_Directora General_InfoJobs_2Es la lección que nos deja el gran faro de la innovación que es Google: sus famosos ocho pilares de la innovación inciden en la comunicación entre todos los niveles de la empresa, en fijarse una meta importante, en la renovación permanente de productos y rutinas de trabajo, en estimular la imaginación y proporcionar herramientas para desarrollar proyectos, incluyendo entre ellas, por supuesto, el tiempo. Los ingenieros de la gran compañía tienen un día a la semana, un 20% de su jornada laboral, para trabajar en lo que más les apetezca.

Pero al margen de ese salto cualitativo que un personal implicado en la innovación puede proporcionar, es innegable que hay ciertos perfiles en los que cobra más importancia: es fácil pensar en profesiones tecnológicas, en ciencia aplicada, en medicina, en la gran revolución que está suponiendo el Big Data gracias a las matemáticas y la estadística…

Son trabajadores que, por sus propias características y tal y como confirman las ofertas registradas en InfoJobs, tienen una mayor empleabilidad. Sus virtudes, sin embargo, van más allá: generan dinámicas nuevas y pueden dar un salto cualitativo que cambie el enfoque mismo de la compañía. La cuenta de resultados de la empresa puede verse favorecida por soluciones inesperadas a problemas tanto habituales de los clientes o de los propios trabajadores. Pero hay más, mucho más. En los últimos tiempos se viene hablando mucho de la cuarta revolución industrial: las consecuencias socioeconómicas que la robotización y mecanización creciente de ciertas tareas va a tener en los países más industrializados. El Foro Económico Mundial cifraba, el pasado febrero, que esta tendencia podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo.

Hay otra derivada. Los patrones de consumo están cambiando, como nos demuestra el auge de compañías como Uber o Airbnb. Las economías industriales que imperaron en el siglo XX parecen en decadencia ante unos hábitos en los que la posesión ya no es tan importante como la propia experiencia que proporciona la marca, ya venda bienes o servicios. Y una herramienta, el móvil, está convirtiéndose en el centro de todos estos procesos. Innovación también es repensar la relación entre empresas y clientes-usuarios: el vínculo se estrecha cuando no se trata de comprar (hecho puntual), sino de usar (hecho frecuente).

Ante estos escenarios, los perfiles innovadores tienen mucho que aportar. No se trata sólo de que sean puestos de trabajo de calidad ante la creciente precarización laboral, sino que, además, pueden aportar soluciones competitivas que favorezca el crecimiento económico de un país. La investigación y desarrollo, aunque esté pasando desapercibida durante la actual campaña electoral, es una de las respuestas para consolidar sobre una buena base la todavía inestable recuperación española.

Por eso, se hace imprescindible actuar desde el ámbito industrial y empresarial, pero también sobre el educativo. Se trata, por un lado, de proporcionar la capacitación técnica necesaria tanto en el ámbito universitario como en la formación profesional, muchas veces injustamente menospreciada, social, e incluso institucionalmente. Por otro, inculcar en el camino los valores culturales, desde el pensamiento crítico a la imaginación, que favorecen la innovación y el desarrollo en las empresas. Y, por último, ofrecer posibilidades profesionales a los jóvenes cuando salgan al mercado laboral para evitar la fuga de talento, cuyo retorno es más complicado a medida que pasa el tiempo.

 

Dominique Cerri

Directora general de InfoJobs