Cuando la imagen se va, presa de la indefensión de la memoria, acuciada por el paso del tiempo, llega la palabra, con su acierto, su agudeza, su libertad, su atino y su desatino, su dolor y su alegría, en esa recreación de la realidad de la que sólo ella es capaz. Aunque marcado por el inexorable anclaje de las flores, las cruces y las tradiciones marianas, mayo es sin lugar a dudas también el mes de las cadenas de letras que forman las palabras y de las cadenas de palabras que dan lugar a los libros.

“La imagen te enseña la situación. La palabra tiene que describirla, comprenderla y comunicarla”. Así pregonaba el escritor portugués José Saramago el comienzo de la Feria del Libro de Sevilla, desplegando esos 83 años de lucidez al servicio de la cultura y la lucha social por las desigualdades, que dejaron su impronta en una Feria que ha regado de pequeñas joyas literarias y musicales los pies de la Catedral de Sevilla y que ha contado con la presencia de escritores como Carlos Ruiz Zafón, Luis Antonio de Villena, Aquilino Duque, José Manuel Caballero Bonald, Rafael Azcona, Carmen Posadas, Jacobo Cortines o Eva Díaz Pérez, por citar sólo algunos nombres.

Envueltos en la carrera intrépida de las nuevas tecnologías por conseguir los últimos programas para extraer de la red las novedades del cine, la música y la televisión y, de vez en cuando, algún que otro libro, corremos el riesgo de olvidarnos de la sensación que nos ofrece la apertura de un nuevo libro, del tacto de las páginas de aquellos que guardamos durante años y de la vivencias y sensaciones que nacen asociadas a cada título. El problema de la lectura es hoy altamente preocupante, pero no sólo por la falta de interés por la lectura que muestran niños y jóvenes o por el desinterés manifiesto de sus adultos, sino sobre todo porque leer ayuda a comprender el mundo y, sin esa ventanita por la que asomarse a otras sociedades, estamos huérfanos de perspectivas de vidas para conocer nuestros límites y nuestras posibilidades.

Y en torno a ese balcón a la historia que son los Reales Alcázares sevillanos, una de las mejores noticias del mes ha sido la inauguración de la muestra ‘Ibn Jaldún. El Mediterráneo en el siglo XIV: auge y declive de los imperios’, el día 19 y de la mano de los Reyes de España. La exposición permite la apertura por la noche del Real Alcázar hasta finales del mes de septiembre y ofrece además la oportunidad de conocer una de las épocas más ricas de nuestra historia. Con el trasfondo de la celebración del VI Centenario de la muerte del que es reconocido como el mayor intelectual del mundo musulmán en el siglo XIV, la muestra recorre la vida y la obra del pensador tunecino con orígenes familiares vinculados a Sevilla y aborda de una manera muy interesante cómo era el mundo mediterráneo en aquella compleja centuria y el papel de Andalucía.
En estos juegos binómicos entre lo clásico y lo moderno que la cultura nos ofrece, hay que destacar el merecido puesto de honor que dos de los teatros sevillanos -el Maestranza y el Lope de Vega- han ocupado durante el mes de mayo por lo acertado de sus programaciones. El primero, por la apuesta arriesgada de cerrar su programación lírica con la ópera vanguardista Lulú, de Alban Berg, con la que el coliseo sevillano ha alcanzado sin lugar a dudas su plena madurez, al ser uno de los pocos teatros mundiales en apostar por ella. El segundo, por el ciclo dedicado a Shakespeare, que trajo hasta Sevilla la fuerza de las tragedias que representan sus obras, como ‘La Tempestad’ o ‘Hamlet’, magistralmente interpretadas por los miembros de la Compañía Teatro Arriaga, entre los que se encontraban Eduard Fernández ó Marisa Paredes, que supieron transmitir a un público entregado el dolor universal de sus personajes.

Y en ese recorrido sinuoso a través de la cultura y el arte de uno al otro extremo del mundo acabamos recabando en Sevilla, donde la Fundación El Monte y la prestigiosa pinacoteca de San Petersburgo, Ermitage, acaban de presentar la edición conjunta del libro ‘La pintura española del Museo Ermitage. Siglos XV a comienzos del siglo XIX’, en el que la conservadora del prestigioso museo rusa, Ludmila Kagané, recoge los avatares de los más de 180 lienzos españoles que se pueden contemplar en la ciudad del Neva.

Y como Andalucía es, sin lugar a dudas, sinónimo de cultura universal y así lo sabe transmitir a través de una de sus fuentes culturales más reconocidas, acaba de ver la luz la programación de la XIV Bienal de Flamenco de Sevilla, que se celebrará entre los días 13 de septiembre y 15 de octubre y acogerá los espectáculos de más de 40 grandes nombres del flamenco, como Enrique Morente, Vicente Amigo, Dorantes, Eva la Hierbabuena, Milagros Mengíbar, Esperanza Fernández, El Cigala, Fosforito, José Menese, Miguel Poveda o Mario Maya, que inaugurará el festival. También mayo ha sido el mes en el que la bailaora sevillana María Pagés ha presentado en Tokio, como embajadora de su ciudad natal -Sevilla-, un nuevo espectáculo en el que se recogen los recuerdos de la ciudad de la que será imagen oficial por dos años.

Para cerrar este rápido repaso, quisiera hacer una referencia al valor de la música clásica y a la apuesta decidida que la Sociedad Musical de Sevilla (SMS), coral amateur sin ánimo de lucro presidida por Victor Manuel Expósito, viene realizando desde que naciera hace sólo tres años, interpretando obras de Brahms, Mendelssohn, Haydn, Schubert o Strauss. Su buen hacer le ha permitido participar, pese a su juventud, en el Festival Europa Cantat, que se celebrará en Mainz.