Tanu fue la primera mujer de su familia en volar en un avión. Ella fue una de las 15 mujeres entre los 1.000 alumnos que componían su instituto en India. Esto le motivó a decidir trasladarse a USA junto a su marido para proseguir sus estudios superiores. A medida que ambos progresaban profesionalmente, convergían en dar a sus dos hijos varones un enfoque educacional distinto, más humano, más comprometido.

Sólo realizaban viajes que ayudaran a sus hijos a entender que disfrutaban de una vida relativamente privilegiada a la vez que despertaban su faceta emocional y apertura al mundo global. Sus destinos no eran el Caribe o Europa, los llevaban a Brasil o Kenia, que en aquellos años 90 eran países en la frontera del subdesarrollo. Cuando su hijo mayor tenía siete años viajaron a un orfanato para niños ciegos, el 80% de los cuales tenían cegueras tratables médicamente, pero que no podían ser curadas sencillamente por falta de ayuda económica. Tanu y su marido no eran ricos, pero decidieron con valentía invertir sus ahorros en mostrar a sus hijos un mundo más amplio, más global, más conectado. Sus hijos entendieron que sus vidas debían desarrollarse en este mundo.

JIAR2Años mas tarde, su hijo mayor compaginaba estancias en, por ejemplo, Nairobi, con inversiones en prometedores proyectos nacidos en Silicon Valley relacionados con  criptomonedas, Internet de consumo, móviles o tecnologías limpias. Pero aquella educación heredada de sus padres le hizo enfocar sus inversiones hacia países en desarrollo como Kenia, Uganda o Bangladesh. Ahora, él es capaz de ver grandes oportunidades en la próxima generación de mercados de elevado potencial, aquellos en donde el crecimiento sí va a ser exponencial.

Esta historia -verdadera, por otra parte- es la que nos cuenta el experto en Innovación Alec Ross en las conclusiones de su más que recomendable libro ‘The Industries of the Future’*. Robótica, Genómica, Economía Virtual, Ciberseguridad y por supuesto el Dato, son los grandes bloques que se espera revolucionen (aún más) nuestras vidas. Industrias que, a la vez, nos inquietan por la incertidumbre de saber hasta dónde pueden desarrollarse y afectar a nuestra forma de trabajar, comerciar o vivir.

Probablemente sean robots los que nos cuiden a una edad avanzada y que nos permitan disfrutar de menos horas de trabajo al realizar las tareas más repetitivas, tediosas o peligrosas, pero también habrá hackers que violen nuestra intimidad doméstica mediante el control de los sensores allí instalados. Es posible que volvamos a ver en movimiento a animales extintos, que prolonguemos de forma estéril nuestras vidas o que garanticemos el acceso a la alimentación a toda la población mundial mediante la manipulación humana de los genomas.

Es muy probable que todo el sistema financiero mundial sea sustituido por un sistema de cadena de bloques, como el que propone Bitcoin mediante la tecnología blockchain, quizá el futuro protocolo de intercambio mundial y no sólo de las transacciones económicas. La digitalización del dinero y los mercados nos llevan a interesantísimos ejemplos como los de M-Pesa en Kenia (Pesa significa dinero en swahili y M proviene de Mobile): un sistema de envío y recepción de micropagos basado en móviles de segunda generación en donde lo importante es que se obvia a las sucursales bancarias y por ende al sistema financiero (el 43% de su PIB pasa por M-Pesa según datos de 2013).

A raíz del éxito de M-Pesa, están surgiendo iniciativas similares (M-Shwari para productos de ahorro y préstamos…) aprovechando el potencial de los significativos flujos de dinero que fluyen hacia África provenientes del ahorro de los emigrantes en el extranjero que, en algunos países, representan hasta un 30% de su PIB. El futuro pasa por la desintermediación, sea financiera o de los reguladores, y por los negocios basados en la economía compartida.

Finalmente, serán las tecnologías de Big Data las que nos permitirán mejores pronósticos en la lucha contra el cáncer, facilitar la comunicación entre culturas lingüísticamente distantes mediante traductores inteligentes basados en datos no estructurados o reducir las bajas entre la población civil o militar producidas por atentados terroristas. Aunque hay que señalar que, como en cualquier otra incipiente tecnología, la intervención humana es clave para que su aplicación sea la más adecuada.

Todas estas nuevas capacidades ofrecen un sinfín de oportunidades a nuestros hijos. Y es nuestra responsabilidad como padres que tengan acceso a ellas. Ofreciéndoles el entorno adecuado, en lo doméstico y en lo educacional, les va a permitir ver lo que otros no ven y si somos capaces de ir dirigiendo sus pasos hacia las industrias más prometedoras, les estaremos haciendo un gran favor.

 

(*) “The Industries of the Future”. Alec Ross. Simon&Schuster. 2016

 

Juan Ignacio de Arcos

Director Técnico Programa Ejecutivo Big Data & Business Analytics Sevilla