2016 ha sido un año marcado por un escenario político convulso que ha finalizado con un gobierno continuista obligado, eso sí, a buscar sinergias y acuerdos parlamentarios debido a la falta de la mayoría absoluta de la anterior legislatura. A priori, la necesidad de negociar a la que se ve abocado sería una buena noticia para evitar imposiciones como la reforma laboral, pero una cosa es la teoría y otra la práctica, y esa voluntad negociadora se desvanece cuando se trata de abordar asuntos concretos y establecer un calendario con las propuestas a tratar.

De hecho, las líneas rojas del gobierno a sindicatos y empresarios de no incumplir el déficit público y no derogar la reforma laboral son la prueba evidente de que su pretensión en esta legislatura es seguir incidiendo en políticas injustas y discriminatorias porque, con esas premisas, el espacio para solucionar los problemas de desempleo, pobreza y pensiones que tiene la sociedad española es nulo. Tan nulo como los efectos de la recuperación que tan presente se ha vuelto este año en los discursos políticos. Hay recuperación, sí. Sus efectos llegan a la sociedad, no. Así de sencillo.

Francisco-Carbonero12-439x451Basta con echar un vistazo al mercado laboral para ver que en Andalucía hay 700.000 personas en situación de desempleo y más de la mitad no recibe ninguna prestación porque son parados de larga duración. Y basta con rascar un poco en ese mercado para constatar que la figura del trabajador pobre es cada vez más habitual y que el empleo que se crea se sustenta en condiciones precarias, inestables, temporales y salarios que, en gran parte, son de miseria. Por eso, este 2017 en CCOO vamos a seguir trabajando para que la recuperación sea real y llegue a la mayoría social y vamos a reivindicar, en el diálogo y en la movilización cuando sea necesario, que se convierta en el año de las contrarreformas porque, si de algo estamos convencidos, es de que hay que revertir los dañinos efectos de reformas como la laboral, y de que hay que poner en marcha otras como la fiscal y abogar por un cambio de modelo de financiación. Ambos son imprescindibles para una distribución más justa y equilibrada de la riqueza y que la brecha salarial no siga aumentando.

En este contexto, el Gobierno andaluz tiene que tomar las riendas y dar un paso al frente porque, aunque se trata de competencias estatales, es su obligación adoptar una actitud más valiente en la defensa de los intereses de Andalucía y de los andaluces y andaluzas. De hecho, la situación de nuestra tierra es aún más delicada, porque con una pérdida de nueve puntos en la media de convergencia, las desigualdades se acrecientan y será difícil acortar ese déficit si no hay fondos adicionales para reactivar la economía y las inversiones. Junto a estas demandas, la defensa de los servicios públicos como garantes de igualdad y la recuperación de derechos seguirán siendo una máxima para CCOO en este 2017, convencidos de que la recuperación económica pasa inexcusablemente por la recuperación real de los salarios, -no olvidemos que España es el segundo país de la Unión Europea en pobreza salarial-, por una mayor subida del salario mínimo interprofesional de la que ha aprobado el Gobierno, muy alejada de las pretensiones sindicales de alcanzar el 60% del salario medio de España al término de la legislatura, y por una renta mínima para aquellas personas que ya no tienen ingresos. El hecho de mejorar los salarios no sólo beneficia a los trabajadores, también conlleva un beneficio empresarial, ya que si mejoran los salarios también lo hará el poder de compra y la demanda interna.

Para que mejoren los salarios, lógicamente hay que crear empleo de calidad, evitar abusos empresariales y el fraude en la contratación y aquí, además de la administración, el papel fundamental lo juegan los empresarios, que tienen que plantearse seriamente para este 2017 el desbloqueo de la negociación colectiva, que en estos momentos afecta a casi 400 convenios en Andalucía, y dar cumplimiento a los convenios firmados, lejos de figuras permitidas por la reforma laboral como los descuelgues, o a través del fraude en la contratación.

La precariedad laboral, como ha quedado demostrado, tampoco es una garantía de perdurabilidad empresarial y, de hecho, muchas de las empresas que están soportando mejor la crisis y siguen obteniendo beneficios son aquellas que cuentan con convenios colectivos dignos.

Tampoco nos olvidamos de la juventud, para quienes reclamamos un plan de empleo específico que evite, por un lado, la fuga de cerebros y, por otro, la tasa de paro actual superior al 50%; ni de las personas pensionistas, en la defensa constante de la viabilidad de un sistema público de pensiones que, además, en estos momentos y debido a la falta de empleo y a la precariedad laboral, son el colchón económico para muchas familias.

 

Francisco Carbonero Cantador

Secretario General de CCOO-A

@carboneropaco