La tecnología digital; la creciente brecha entre políticos, gobernantes y gobernados; la emergencia de nuevas voces y activismos; nos plantean un nuevo contexto incierto, abierto, complejo y paradójico, dónde se formulan dos preguntas esenciales cuya respuesta definirá la razón de ser de las instituciones públicas en los sistemas democráticos:

– ¿Cómo se puede escuchar de modo efectivo a la ciudadanía y anticiparse a sus demandas?

– ¿Cómo se desarrollan políticas públicas para afrontar los nuevos, y viejos, retos que no admiten soluciones simples ni solamente técnicas?

Deloitte1Los instrumentos tradicionales, perfiles de gestores públicos y los métodos de planificación y evaluación de políticas parecen incapaces de hacer frente a esos retos. Evolucionar desde el “¿qué necesito hacer?” al “¿qué necesito saber?” y pasar de la “descripción” a la “prescripción” mediante sistemas capaces de “descubrir” patrones, estructuras, relaciones, etc., supone una gran transformación para la administración. Mientras tanto, las administraciones públicas han prestado siempre atención a la custodia y conservación de los datos, sin pensar en facilitar la explotación del valor de sus datos.

Hasta la fecha, son pocas las administraciones que han comenzado a considerar sus datos como un activo y a evolucionar de un enfoque docucéntrico a un enfoque datocéntrico, aunque también es cierto que esta explosión de información o infoxicación puede paralizar a cualquier administración por diversos motivos:

– Necesidad de cumplir la legislación (LOPD, GDPR, Ley de Secreto Estadístico, etc.) y de equilibrar el uso del dato con su protección.

– Disponibilidad tardía de la información, con escasa información en real time y dificultad para albergar los nuevos tipos de datos en los sistemas actuales.

– Falta de visión integral de la organización, con tantos silos de información como estructuras organizativas o negocios existan dentro de la misma.

– Nivel de granularidad y calidad de dato insuficiente, por deficiencias en el modelo de gobierno de los datos.

– Dificultad para albergar los nuevos tipos de datos en los sistemas actuales.

A pesar del interés que suscita, aún son pocas las administraciones que deciden realizar proyectos de analítica.

Desde nuestra visión, muchas veces no es necesario un Big Data en stricto sensu, una mirada analítica y la puesta en relación de datos puede aportar mucho valor a la gestión y empezar a vencer reticencias internas en el uso de los datos.

Estamos ante una oportunidad histórica adoptando la analítica como una competencia principal de la gestión: Es hora de demostrar y aportar un mayor valor dentro y fuera de la administración con un uso inteligente de la información.

 

Natalia Maeso

Gerente de Smart City y Analytics en Deloitte

 

ARTÍCULO INCLUIDO EN EL ESPECIAL ‘LOS DATOS, ¿LA NUEVA FIEBRE DEL ORO?’ DEL NÚMERO DE JULIO-AGOSTO DE AGENDA DE LA EMPRESA