Si comprendes que bitcoin es una especie de “startup del dinero”, es decir, una iniciativa que trata de poner en jaque al dinero que utilizamos en la actualidad, y además intentas entender en qué se basa su supuesta ventaja competitiva, llegarás a la conclusión de que una de las características más importantes de bitcoin como dinero es la carencia de una autoridad central con capacidad para tomar decisiones sobre su emisión.

Adolfo ContrerasEs decir, si la emisión de bitcoins no va a superar en ningún caso los 21 millones, no es solo porque lo diga su software, sino porque para cambiar esta parte del software, haría falta un 95% de consenso entre los usuarios de bitcoin para cambiarlo. Como ningún poseedor de bitcoins en su sano juicio va a aceptar un cambio que supondría automáticamente una devaluación de su dinero, me atrevo a decir que hay un 99,99% de posibilidades de que la masa monetaria de bitcoin no cambie nunca.

Sin embargo, en el resto de criptomonedas, al igual que en el nuevo Petro anunciado por el Gobierno Venezolano, tenemos que existe una autoridad central, es decir, sus fundadores, con equipos de desarrollo centralizados, que tienen potestad para tomar decisiones sobre la emisión de esa criptomoneda.

En el caso del Gobierno venezolano, si este decide seguir con una política de más gastos que ingresos y además financiándolo a base de imprimir dinero, da exactamente igual que la moneda sea el Bolívar o el Petro, pues tiene capacidad para emitir dinero arbitrariamente. Es irrelevante si el dinero es el de toda la vida o criptográfico.

En el primer caso, el Gobierno puede directamente imprimirlo, o emitir deuda en esa moneda, y en el segundo caso, sencillamente tiene que modificar el software que hay detrás de esa moneda criptográfica para que haya más unidades de esa criptomoneda. La manera de hacerlo es diferente, pero el resultado es exactamente el mismo, es decir, la constante devaluación y pérdida de poder adquisitivo para los Venezolanos.

Si bien el hecho de que sea una cibermoneda puede permitir “saltarse” los embargos internacionales, también es cierto que la moneda debe ser fuerte para que otra parte decida aceptarla como moneda de cambio, y con el historial del Gobierno venezolano, nadie en su sano juicio lo hará.

Aunque en menor medida, el resto de monedas que conocemos también se han estado imprimiendo sin piedad desde el final del patrón oro en 1971. Tanto es así, que algunos opinamos que la auténtica burbuja es la del euro o el dólar americano.

Si algo escaso como bitcoin es capaz de representar mejor el valor de las cosas con software que las monedas tradicionales que conocemos, su demanda no hará más que aumentar, y al ser su oferta auténticamente limitada, tenemos que su precio, salvo que haya problemas de seguridad, no hará más que aumentar también.

En este escenario tenemos que casi de la nada, surge una nueva divisa con un valor cada vez mayor (en la actualidad de casi 300.000 millones de dólares). Si este valor sigue subiendo a este ritmo, podríamos encontrarnos con que inicialmente bancos centrales de divisas débiles, decidan incorporar bitcoin a sus reservas para impedir la constante devaluación respecto a bitcoin y para evitar que se aceleren los ataques especulativos contra esas monedas débiles. Si esto llegase a ocurrir, no resultaría descabellado que, poco después, otros bancos centrales de monedas más fuertes decidan comprar bitcoin también y que nos encontremos con un patrón bitcoin dentro de no muchos años.

 

Adolfo Contreras

Director en Patron Bitcoin (http://patronbitcoin.com/)