Este es un momento que las pasadas navidades tuvo lugar en familia. Llegaron las notas de los niños del colegio y era especial por algo más que los propios resultados. Era el momento de ir a comprar la videoconsola, en concreto, la PlayStation.

Francisco Martín BáñezTe cuento: hace varios meses que mi hijo quiere tener la Play y me propuso acercarnos a un centro comercial donde la vendían. Cuando estábamos allí me comentó: “Papá, como yo tengo ahorrado 180 euros y la Play vale 380 euros, podríamos comprarla hoy y utilizar la tarjeta del centro comercial que nos deja pagar lo que falta en los siguientes 12 meses. Así podemos jugar hoy una partida juntos, ¿te parece bien?”. En ese momento sonreí, me veía jugando con él en casa y vinieron emociones positivas para decirle adelante, ¡sí! Sin embargo, pude hacer un stop y reflexionar unos segundos.

En aquél instante pude rescatar la realidad de lo fácil que es acceder al consumo hoy, un consumo que no pago en el corto plazo, sino que lo haré en el futuro. Gasto ahora y mañana te lo pago porque confío que mis ingresos van a crecer siempre, es decir, descuento el futuro como si fuera presente. Es algo normal en nuestra sociedad y lo hacemos ayudado por una facilidad de dinero gratis o a tipos de interés al 0%. Lo curioso es que un niño lo percibe, lo capta y lo hace suyo rapidísimamente.

¿Qué puedo hacer? Pues aprovechar el momento con mi hijo y acompañarle a tomar decisiones fundamentadas en el ahorro. Esto le permitirá tomar conciencia de que mañana puede no sacar las notas que el espera conseguir, que los ingresos por ayudar en casa a ciertas tareas recompensadas no las lleve a cabo, que los tíos y familiares pueden no darle esos dineritos que, en otras ocasiones, le han dado en fechas determinadas, etc. Es decir, crear desde pequeños una base financiera robusta que se apoye en el día de hoy y trate con cuidado el endeudamiento, aunque él no se esté dando cuenta. La recompensa futura será mayor.

Le dije: “Vamos a hacer una cosa. Tomaremos el cuaderno especial que tienes en casa y anotamos lo que nos queda y cómo lo vas a conseguir. Tienes las notas del primer trimestre en diciembre por lo que, si consigues el resultado esperado por papá y mamá, que ya sabes que tú puedes, tendrás una cantidad para la Play. El resto lo puedes conseguir reservando un poquito de tu paga, de lo que consigas por trabajitos extra y de otras cosas que podemos hacer. Estoy seguro de que lo consigues, ¿te parece bien?”. Pensó rápido y con una media sonrisa aceptó. En ese momento hicimos una foto a la Play con el móvil y nos fuimos para hacer una hucha especial a la que pegaríamos la foto que él mismo había hecho.

Así entiendo la educación financiera, un valor añadido a incorporar desde pequeño y que es una recompensa futura en la toma de decisiones, las que día a día tomamos. Tener educación financiera evita tener una sociedad con endeudamientos de los más elevados de mundo; evita que la distribución del ahorro sea en su mayoría en vivienda, segunda vivienda y activos financieros del corto plazo (la vivienda requiere un esfuerzo y sacrificio conseguirla con un riesgo de pérdida de valor futuro y el ahorro a corto plazo apenas genera rentabilidad para al menos superar la inflación, con lo cual es pérdida de riqueza); y evita olvidarnos del ahorro, que es la base para que tenga lugar la inversión y ésta genere crecimiento económico y bienestar social.

Deseo que nuestra sociedad avance en educación financiera en este 2018. Brindo por ‘sí educación financiera para nuestra sociedad’. ¿Me acompañas?

 

Juan Francisco Martín Báñez

EFA European

Financial Advisor

Asociado EFPA 12099

 

Artículo incluido en el Anuario empresarial y económico de Agenda de la Empresa. Enero 2018