En estos días estamos asistiendo preocupados al primer aniversario del Presidente Trump con un “shut down” o cierre del Gobierno norteamericano. En Estados Unidos, cuando el Presupuesto no se logra aprobar antes del inicio del año, de forma automática al finalizar el mes de enero sin acuerdo, se produce el cierre de la actividad gubernamental. Implica en la práctica que miles de funcionarios se queden en sus casas y no cobren el sueldo. Quedan operativos algunos servicios básicos como el Ejército, Hospitales, Correos y poco más. Es verdad que cuando el Gobierno se reabre, los funcionarios vuelven a cobrar con carácter retroactivo sus salarios.

¿Por qué no ha podido sacar adelante su Presupuesto el Presidente Trump? Básicamente porque no tiene apoyo en el Senado, donde los Demócratas tienen que darle su aprobación para la tramitación. Y se han enrocado en su negativa si no cambia su postura sobre los “dreamers”, los jóvenes latinoamericanos que poseían permisos temporales de residencia que no piensa renovar el Presidente. Este tipo de bloqueos está siendo una constante en el mandato del Presidente tuitero. Le han bloqueado la reforma del “Obamacare”, las leyes migratorias restrictivas y la construcción del muro con México. Sus banderas en las elecciones que ganó (aunque por Congresistas, no por voto popular).

En Estados Unidos no se andan con paños calientes en muchas cuestiones y esta es una de ellas. No hay Presupuesto. Pues se cierra el chiringuito y todos a casas. Está claro que es una medida muy drástica pero que obliga a negociar sí o sí en el corto plazo y no eterniza la aprobación de unos Presupuestos. ¿Nos resulta familiar? Pues sí. España aprobó los Presupuestos de 2017 hace una par de meses. Casi cuando la bola del reloj de la Puerta del Sol anunciaba la entrada del nuevo año. Y como en España la normativa lo que marca es que si no hay aprobación de Presupuestos, se prorrogan los del año anterior, aquí nadie se pone nervioso. Gran error.

La prórroga implica que las partidas y sus montantes se trasladan tal cual para el siguiente año. No se mandan a los funcionarios a casa, pero alguno se queda con los brazos cruzados al no poder ejecutar nada. Si un proyecto de inversión se implementa en el año 2017, no se puede volver a repetir en el 2018 porque, por definición, ya se ha ejecutado en el año anterior y no se van a hacer dos veces la misma obra. ¿Y si lo que se necesita en completar la obra anterior o hacer una nueva en otro lugar? Pues no se puede hacer. Y Santas Pascuas. En la práctica es un “shut down” del poder ejecutor del Gobierno. Las pensiones no se revalorizan más que los mínimo que marca la ley, los salarios de los funcionarios siguen igual que el año anterior y si hay una reforma fiscal encima de la mesa, tendrá que esperar a que se apruebe el nuevo Presupuesto. En la práctica es un cierre del Gobierno que pasa a un plano inferior y que se limita a mover la pelota sin avanzar a puerta. ¿Nos podemos permitir esto en un año tan clave como el que estamos empezando cuando el crecimiento del PIB ya está casi garantizado que será inferior al del año anterior? Pues no. Y es una irresponsabilidad mantener al país así.

En España no tenemos la altura de miras de otros países. En Alemania, el resultado electoral impide gobernar al partido de la Canciller Merkel y los socialistas van a apoyarla para sacar adelante el nuevo Gobierno e impedir nuevas elecciones. ¿Les suena el argumento de la película?

 

Manuel Alejandro Cardenete

Catedrático de Economía

Vicerrector de Posgrado

Universidad Loyola Andalucía

@macarflo

 

Artículo incluido en el número de febrero de la revista Agenda de la Empresa