El 52% de las mujeres trabajadoras andaluzas tiene un salario por debajo del SMI y la brecha salarial en Andalucía es del 23%, lo que supone una media de 2.113 euros menos al año para la mujer. Estos dos datos deberían ser más que suficientes para que algo cambiase en una democracia avanzada, pero la realidad es otra bien distinta. La crisis, los recortes y la reforma laboral en poco han ayudado a esos avances, y han intentado relegar nuevamente a la mujer al ámbito doméstico, empujándola a las reducciones horarias por cuidados, -el 90% de las peticiones corresponden a mujeres-, y a renunciar al empleo.

Igualmente, la brecha salarial entre mujeres y hombres en Andalucía es consecuencia directa de la imposibilidad de acceder a puestos de superior categoría, a una mayor tasa de temporalidad, situada en torno al 35%, y a una parcialidad que alcanza el 43,5%. A esto podríamos añadirle que la destrucción de empleo público, las privatizaciones y los terribles recortes realizados en servicios públicos como la dependencia o la Ley de Servicios Sociales en Andalucía, además de eliminar un importante nicho de empleo femenino, genera un grave retroceso puesto que constituyen elementos que incrementan las oportunidades de la mujer de incorporarse al mundo laboral en condiciones de igualdad.

CC.OO. siempre ha defendido que la lucha por la igualdad es una cuestión de justicia social; ha costado muchos años de trabajo que se aprobase la Ley que impulsaba los planes de igualdad en las empresas en 2007, cuando nuestra organización comenzó a hablar de ellos en 1989. Hoy, más de diez años después de la aprobación de la Norma, consideramos esencial su modificación para extender la obligatoriedad a empresas de menos de 250 trabajadores y trabajadoras, máximo cuando el tejido empresarial andaluz es eminentemente de pymes. Los planes de igualdad son un arma sindical que permiten a las mujeres ganar en independencia y autonomía económica, básica para su libertad, para luchar contra la violencia y extender los valores democráticos a las relaciones laborales.

La negociación colectiva es, sin duda, el espacio idóneo para que la tan necesaria igualdad laboral fragüe, tome forma y se traduzca en medidas encauzadas a alcanzar efectos positivos en la lucha contra la violencia de género, expresión máxima y brutal de las discriminaciones que sufren las mujeres y que está acabando con la vida de decenas de ellas en nuestro país. En CC.OO. insistimos, también, en incidir en las políticas públicas para erradicar la lacra de las violencias machistas que, pese a la firma del primer Pacto de Estado en materia de Violencia de Género, sigue sin cesar y las acciones políticas y económicas sin llegar.

Por ello, este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se presenta como un día fundamental de movilización social en el que hacemos un llamamiento a la huelga general de dos horas por turnos en los centros de trabajo. CC.OO. será vector de reivindicación sindical para exigir la erradicación de la brecha de género, la eliminación de barreras, atajar el acoso sexual en el trabajo -hasta un 30% de las demandas que recibimos en el Servicio de Defensa Legal tienen este carácter- y la división sexual del trabajo y conseguir un sistema de protección social igualitario.

En cualquier caso, la lucha de CC.OO. por la igualdad no empieza y acaba el 8 de marzo, y por ello seguiremos trabajando para que la negociación colectiva en las empresas sitúe en el centro de la mesa la pelea por la igualdad, seguiremos reivindicando el fin de la reforma laboral y de los recortes que tanto daño han hecho y continuaremos trabajando para que nuestras propuestas se materialicen en lo laboral, en lo educativo, en lo normativo y en lo social.

Este 8 de marzo será un paso adelante en la lucha por la igualdad y supone la reivindicación de este día desde el mundo del trabajo como entorno generador y vertebrador de derechos en el que las mujeres nos empoderemos y recuperemos la dignidad que nos corresponde.