A pesar de lo que pudiera pensarse de forma superficial, Andalucía es una de las comunidades más emprendedoras, situándose ligeramente por encima de la media española en años recientes, según indicadores de emprendimiento del Global Entrepreneurship Monitor (GEM, Informe Ejecutivo Andalucía 2016) en intención a emprender (emprendedores potenciales) y actividad emprendedora (empresa nacientes o nuevas). Sin embargo, existe una baja tasa de consolidación de empresas, que se ha visto reducida significativamente en los últimos años.

Parte de la explicación es la menor calidad de los proyectos emprendidos por necesidad como salida a las altas tasas de desempleo andaluz, especialmente en los años posteriores a la crisis. De hecho, solo un porcentaje relativamente bajo (28%) de proyectos empresariales que acabaron consolidados en años recientes proviene de desempleados; la mayor parte (47,5%) eran asalariados antes de emprender (barómetro de emprendimiento andaluz 2015/2016, Andalucía Emprende). Pero según los especialistas, la falta de capacidad emprendedora es uno de los principales factores que obstaculizan la creación de empresas y su desarrollo en Andalucía, junto con ciertas políticas gubernamentales, la falta de apoyo financiero y obstáculos impuestos por normas sociales y culturales (GEM, Informe Ejecutivo Andalucía 2016).

La capacidad emprendedora es, en gran medida, “efecto de las normas culturales, valores imperantes, incentivos y orientación y resultado del sistema educativo” (GEM Informe Ejecutivo Andalucía 2016, p. 15). Y es que el sistema educativo es un ámbito privilegiado para la transmisión de la cultura y las habilidades emprendedoras, tan importantes tanto para empresarios como para empleados de cualquier empresa. Por ejemplo, según el mismo informe GEM Andalucía 2016, el factor del contexto empresarial que recibe peor valoración en Andalucía por su falta de apoyo adecuado al emprendimiento es la educación primaria y secundaria (junto con la burocracia administrativa para crear una empresa).

La atención de la enseñanza primaria y secundaria dedicada al espíritu empresarial y a la creación de empresas (a través del estímulo de la creatividad, autosuficiencia e iniciativa personal y la aportación de conocimientos generales sobre el funcionamiento de la economía) recibe una valoración muy baja, por debajo de la media nacional (1,7 sobre 5) y quedando en última posición en la comparativa regional (Informe GEM Andalucía 2016). La enseñanza superior obtiene mejores valoraciones (2,8), por encima de la media nacional (2,2), quedando en tercera posición junto con Cataluña, Canarias, Castilla la Mancha y Murcia, y por detrás de Valencia (3,0) y La Rioja (2,9), y suponiendo una mejora con respecto al 2015 (Informe GEM Andalucía 2016).

Y es que progresivamente han ido surgiendo nuevas medidas para la promoción de la cultura emprendedora en las instituciones educativas europeas, tales como iniciativas que tratan de encontrar soluciones específicas a problemáticas sociales, culturales o medioambientales vinculados al medio local planteadas por instituciones y organizaciones empresariales; la creación de mini-empresas; la creación de talleres para el desarrollo de habilidades emprendedoras apoyadas en una gran variedad de materiales y recursos o proyectos innovadores basados en técnicas como la “metodología del diseño” para la generación de ideas capaces de concretarse en acciones empresariales.

 

Más información en Loyola Economic Outlook Invierno 2018

 

Manuel Alejandro Cardenete

Catedrático de Economía

Vicerrector de Posgrado Universidad Loyola Andalucía

@macarflo

 

Artículo incluido en el número de abril de la revista Agenda de la Empresa