Entramos en unas fechas navideñas en la que solemos reunirnos con nuestros familiares, amigos y conocidos. Son momentos en los que nos gusta saber cómo estamos y recordar hechos e historias. En ocasiones hablamos de algún partido de fútbol entre equipos de rivalidad nacional, un Real Madrid-Barcelona, un Betis-Sevilla, y uno de los comentarios que podría tener lugar es la actuación del entrenador con los cambios de jugadores. Estas opiniones tienen una peculiaridad, las hacemos una vez ya ha finalizado el partido. Cuando tuvieron lugar es posible que pensásemos de forma diferente, contraria al entrenador, sin embargo, como el resultado resultó favorable, ganamos el partido, no recordamos nuestra opinión inicial y vemos un evento pasado como si lo hubiésemos predicho.

Es algo natural al ser humano tender a modificar nuestros recuerdos una vez conocido el resultado, olvidando la incertidumbre presente en aquellos momentos del partido, es decir: las probabilidades iniciales asignadas a ganar el partido con ese cambio de jugador no son las mismas una vez conocido el resultado del partido. ¿Te suena? Es el sesgo retrospectivo, un sesgo cognitivo o efecto psicológico que distorsiona el proceso mental al procesar información mediante atajos (Premio Nobel de Economía Daniel Kahneman).

Trasladado al mundo de la inversión y gestión de patrimonios, podemos asimilarlo a la toma de decisiones, en la que previamente a conocer el resultado de la misma existía incertidumbre. Una vez conocido el resultado, podemos experimentar y expresar que era obvio. ¿Por qué? Porque modificamos nuestros recuerdos y creemos poder predecir una tendencia. Tener presente este sesgo ayuda a dos grupos de personas: aquellas que piensan que una crisis va a llegar ya y adoptan posiciones defensivas en su patrimonio, es decir, no invierten en la renta variable y se quedan fuera del mercado que genera rentabilidad por utilizar una estrategia del miedo.

Y, por otro lado, aquellas que piensan que tienen un don especial al haber realizado beneficios en una venta anterior con mejor resultado que la media del mercado, pudiendo haber hecho tal operación en una situación de tendencia favorable del mercado. Ambas decisiones son erróneas y tienen solución, ya que el mercado es impredecible.

Ésta pasa por conocernos a nosotros mismos y saber qué es lo que queremos hacer con nuestro patrimonio. Desde saber qué es lo que tenemos y cómo está distribuido, hasta saber cuáles son nuestros objetivos, nuestras necesidades, nuestras metas para tomar decisiones de gestión patrimonial. Esta tarea es enriquecedora si se realiza una planificación financiera personal porque te hace pensar en quién eres y lo que quieres para tomar la mejor decisión al margen de cualquier emoción e influencia social.

“El principal problema del inversor, e incluso su peor enemigo, es probablemente él mismo” decía Benjamin Graham, economista estadounidense, autor del libro El Inversor Inteligente y mentor de Warrent Buffet. Tomar el tiempo necesario para la toma de decisiones e ir acompañado de profesionales de confianza deja a nuestra mente tranquila.

Te deseo unas Felices Fiestas de Navidad y te invito a evitar decir “sabía que iba a ocurrir”.

 

Juan Francisco Martín Báñez

EFA European Financial Advisor

Asociado EFPA 12099

 

Artículo incluido en el número de diciembre de la revista Agenda de la Empresa