Aunque todavía no se tenga la información estadística al cierre del año, no parece inapropiado considerar que el balance de 2018 ha sido positivo para la economía mundial y, también, para la española. No obstante, se han cumplido los pronósticos de desaceleración y los riesgos por un aumento de la incertidumbre, que se expusieron hace un año, se han confirmado.

De hecho, los últimos informes de la OCDE y de la Comisión Europea señalan que el ritmo de crecimiento de la producción mundial se habría situado en el 3,7% en 2018, esperándose que en 2019, el Producto Interior Bruto (PIB) sufra un nuevo freno de un par de décimas (hasta el 3,5%).

Podría decirse que el tono expansivo de la economía global todavía es fuerte, pero al mismo tiempo los indicadores de coyuntura muestran que se ha dejado atrás el punto máximo del ciclo y que el entorno ahora resulta menos propicio, con mayores tensiones comerciales y en un contexto financiero menos cómodo.

La incertidumbre podría haber comenzado a dañar las decisiones de las grandes empresas e inversores internacionales, deteriorando el entorno de la actividad productiva. Al mismo tiempo, las tensiones políticas en Europa han estado especialmente concentradas en Italia y en las negociaciones sobre el Brexit. En el primer caso, la incertidumbre sobre la política económica del gobierno transalpino ha provocado la venta de bonos soberanos italianos y ha minado la confianza en los bancos del país. Por su parte, la aprobación definitiva del preacuerdo sobre el Brexit alcanzado entre Londres y Bruselas todavía está pendiente del respaldo del Parlamento británico.

Otro potencial riesgo es el derivado de un aumento de los precios del petróleo. En este sentido, pese al significativo incremento en la producción estadounidense y rusa, los precios del Brent se mantuvieron al alza desde principios de 2018, impulsados principalmente por el constante crecimiento de la demanda, las alteraciones del suministro en Venezuela y las incertidumbres en torno al impacto en la producción iraní ante las sanciones de EE. UU. La posible desaceleración en la demanda de crudo en los próximos trimestres genera, además, una fuerte volatilidad en el precio, pronosticándose una cotización cercana a los 70 dólares en el periodo 2019-2021.

Por su parte, el balance del año para la economía española podría considerarse positivo, ya que el crecimiento de la actividad productiva se estima que habría sido del 2,5%, medio punto inferior al de 2017, pero en línea con el esperado escenario de ralentización que se presagiaba ya desde hace un año. Este moderado freno ha estado explicado, en gran medida, por el agotamiento de los “vientos de cola”, especialmente de los relativos al ámbito externo.

El consenso de las proyecciones para 2019 apuntan a que esta dinámica de moderación suave en el ritmo de expansión continuará a lo largo de los próximos trimestres, esperándose que el PIB crezca a una tasa algo superior al 2%, lo que permitirá proseguir con la creación de empleo y prolongar la reducción de la todavía muy elevada tasa de paro. De hecho, las proyecciones del Banco de España (BdE), publicadas a mediados de diciembre, para el periodo 2018‑2021, contemplan una prolongación de la fase alcista del ciclo iniciada a finales de 2013, ya que durante este horizonte temporal se espera un mantenimiento del tono acomodaticio de la política monetaria y el fortalecimiento de la situación patrimonial de las empresas y las familias. Desde una perspectiva más a corto plazo, los efectos de las medidas fiscales expansivas de los Presupuestos Generales del Estado para 2018 y la reciente contención en el ascenso del precio del petróleo también estarían incidiendo positivamente en la inercia del ciclo en el último tramo del pasado año.

En lo que se refiere a la economía andaluza, el consenso de los analistas estima que el crecimiento del PIB estuvo también próximo al 2,5% en el promedio de 2018, aunque todabía no se hayan publicado los datos de la Contabilidad Regional para el cuarto trimestre del año. En cualquier caso, el incremento podría haber sido alguna décima inferior a lo señalado hace unos meses, a causa principalmente del menor dinamismo de la actividad industrial y de un ritmo de crecimiento del consumo privado levemente inferior en la segunda mitad del año. Por el lado de la oferta, todos los sectores habrían crecido en 2018, con tasas un poco modestas en las ramas manufactureras y más notables en el caso de la construcción. Mientras, el avance de las ramas terciarias se estima que se habrá situado en torno a la media de la producción agregada (un 2,4-2,5%).

Previsiblemente, el ritmo de crecimiento en 2019 proseguiría moderándose levemente, estimándose un crecimiento del PIB del 2,1% (previsiones de FUNCAS), una tasa bastante próxima a la del conjunto de la economía española. Pero, conviene recordar que estas proyecciones se basan en una serie de supuestos técnicos (precio del petróleo, tipos de interés, comercio mundial, etc.) que, sin duda, pueden sufrir variaciones y afectar al comportamiento previsto de las principales magnitudes de la economía española y andaluza a lo largo del año.

En lo que respecta al mercado de trabajo, la creación de empleo se mantendrá en los próximos trimestres, estimándose que el aumento del número de ocupados habría sido del 2,5% en el promedio de 2018, un crecimiento todavía bastante dinámico, gracias al impulso del empleo en la construcción y en los servicios. Exceptuando el sector agrario, el empleo habría crecido en el resto de sectores, especialmente en la construcción, aunque es el sector servicios el que concentra más del 75% del empleo en la región. Este positivo comportamiento ha permitido que el número de parados continúe disminuyendo en 2018, a un ritmo cercano al 10%, en tasa interanual, coincidiendo con un descenso de la población activa. De este modo, se estima que la tasa de paro se habría reducido hasta un nivel cercano al 23%, estimándose que en 2019 prosiga la reducción de la población desempleada hasta una nivel próximo al 21% (previsiones de FUNCAS, realizadas en noviembre de 2018).

A pesar del positivo comportamiento esperado, en términos de actividad y empleo, con la consiguiente reducción de los elevados niveles de paro, la brecha de Andalucía respecto a la media española en términos de renta per cápita -que se vio agrandada durante los años de crisis- apenas se verá modificada en 2019.

 

Esperanza Nieto Lobo Esperanza Nieto

Analistas Económicos de Andalucía

www.economiaandaluza.es

 

Artículo incluido en el número de enero de la revista Agenda de la Empresa