En los tiempos que corren, cuestionarnos sobre el futuro y definir predictivamente futuros escenarios resulta cada vez más complejo, teniendo en cuenta la elevada variabilidad de los factores que conforman nuestro entorno y que los analistas debemos tomar en consideración.

De una parte, la economía española, sujeta a no pocas tensiones y riesgos de carácter interno, tales como los derivados del problema catalán, la incierta aprobación de los presupuestos, o la compleja composición del parlamento nacional, con la consecuente falta de medidas legislativas de apoyo a la economía y al sector productivo en demérito de nuestra competitividad frente a otras economías del entorno, está perdiendo impulso de forma preocupante. Así, frente al PIB del 2,6% estimado para el 2018, en el 2019 se prevé una rebaja de dicho indicador al 2,2%, según el Banco de España.

De otro lado, en el orden geopolítico, nuestra economía no resulta ajena a los riesgos que acechan a la Unión Europea. A la incertidumbre generada por el Brexit, cuya deriva, coste y consecuencias finales nadie es capaz aún de predecir, y al auge de todo tipo de populismos y nacionalismos contrarios al proyecto comunitario, hay que sumar los problemas sociales que están tomando auge en países como Francia, el creciente problema de la inmigración, el terrorismo internacional, las tensiones bélicas existentes en diversas partes del mundo, o la exposición a los riesgos financieros de carácter global.

A todo ello debemos sumar los desajustes estructurales propios de nuestra economía, que siguen sin ser debidamente abordados, tales como el envejecimiento de la población, que ya podríamos tildar de suicidio demográfico; la compleja y cuestionada ordenación territorial de España; las carencias en materia educativa, consecuencia en gran medida de la falta de voluntad real de consenso por parte de los actores políticos; o la tradicional falta de competitividad de nuestras empresas en ciertos sectores estratégicos.

Nos toca, con todo, seguir confiando en nuestro futuro como proyecto colectivo. Especialmente si aprovechamos la oportunidad que nos ofrece la nueva Industria 4.0 y sabemos apostar por la innovación inteligente y favorecer el pensamiento innovador, muy especialmente desde el ámbito educativo, en todos los niveles formativos. Está mucho en juego.

 

Juan Carlos Hernández Buades Juan Carlos Buades

CEO Fundación San Pablo Andalucía CEU

Director General de sus centros educativos

 

Artículo incluido en el número de enero de la revista Agenda de la Empresa