Estamos todavía a tiempo de repasar algunas de las tendencias en comunicación que estarán, o seguirán formando parte, para este año. De hecho, hay informes de prestigio que se han presentado simultáneamente a la edición de este número de febrero que tiene en sus manos (o está leyendo en digital). Por ejemplo, “Perspectivas well-comm”, que cumple su décimo aniversario a la vanguardia del análisis en la materia y que el año pasado por estas fechas -el tiempo corre de manera extraordinaria, a pesar de que los Stones lo tenían de su lado- dedicó su monográfico a la comunicación y el blockchain.

Si avanzamos unos meses más, hasta julio pasado, fue Dircom quién presentó su también tradicional Anuario de la Comunicación (con una nueva edición del informe especial “El estado de la comunicación en España”, de indudable interés como información profesional), donde agrupaba en cinco las tendencias: Inteligencia Artificial; Posverdad; Comunicación Visual; Management y Marketing-Comunicación.

En realidad, las tendencias -de amplio espectro cada una- seguirán formando parte de la agenda de la comunicación en los próximos años, como, por otra parte lo llevan haciendo desde hace varios. Por ejemplo, la Posverdad, palabreja del año hace unos años con muchas etiquetas con las que acompañar a la luz de una actualidad cada día más polarizada en todos los sentidos.

De esas muchas etiquetas, me quedo con dos. Una por cita obligada. Otra, como eje profesional y vital para los comunicadores.

La primera, las noticias falsas, más conocidas como “fake news”, y su grado de impacto en la formación de la opinión social, amenazada y deformada por lo urgente y simple. Más allá de la vieja discusión sobre ideología “tuit” y su levedad prescindible, lo cierto es que las fakes aumentan en número e influencia sobre los más jóvenes con el consiguiente peligro, cada día más inquietante. Y más allá de esta inquietud obligada sobre sus consecuencias, está la segunda “etiqueta”, la ética.

Para los directores de comunicación, la ética debe ser una actitud y así lo recuerda José Manuel Velasco, presidente de Global Alliance, la asociación internacional que agrupa a los profesionales de la comunicación a través de sus organizaciones nacionales.

Velasco, dircom de largo recorrido y experiencia y que tiene uno de los blogs más interesantes sobre comunicación en castellano, explica que Global Alliance enunció 16 Principios de Actuación -junto a otras asociaciones de similar ámbito general- por “la necesidad de fortalecer el armazón ético de la profesión”, que se halla afectado por la posverdad y las fakes, o “hechos alternativos”, como se le ocurrió denominarlas a Lellyanne Conway, jefa de campaña de Donald Trump que frivolizó con las mentiras del secretario de prensa Sean Spicer sobre los asistentes a la ceremonia de toma de posesión en Washington del presidente estadounidense.

Lo cierto es que, como contadores de historias, los responsables de comunicación tienen la obligación de actuar con honestidad, integridad y transparencia, a propósito, tres de esos 16 principios.

¿Hay alguna duda al respecto? No, es un apunte sobre una realidad: si los medios tienen una función social indispensable como comprobadores de los hechos y de ahí deriva la confianza en ellos, a los comunicadores nos pasa lo mismo. Solo podemos ser fuentes confiables de hechos comprobables.

 

Francisco J. Bocero Francisco Bocero

Periodista y consultor de comunicación estratégica

Director de Comunicación de CEA

@PacoBocero

 

Artículo incluido en el número de febrero de la revista Agenda de la Empresa