El pasado mes de enero se conocieron los datos de las suscripciones netas de fondos de inversión del trimestre de 2018, facilitados por la patronal INVERCO. Son los siguientes: saldo negativo de 3.580 millones de euros, con un rendimiento también negativo de 11.600 millones. Esto supone que los inversores han vendido y han sufrido una minusvalía, eso sí, han vendido porque alguien les ha comprado sus participaciones, es decir, que como compradores, tienen otra expectativa diferente.

El ejercicio 2018 comenzó con suscripciones netas positivas para pasar a saldos en negativo (8.868 millones de euros en el primer trimestre, 2.505 millones en el segundo y 617 millones en el tercero). Venía siendo habitual, desde el segundo trimestre de 2016, encontrarnos con nuevos partícipes y nuevo dinero que entraba en los fondos de inversión, en un escenario con apenas retribución de la liquidez y un mercado financiero con números en positivo e incremento de la volatilidad, en algunos momentos elevada.

Pero la situación cambió. El año 2018 ha finalizado casi sin activos financieros en positivo (por ejemplo, países emergentes y deuda estadounidense, activos a los que estamos expuestos por riesgo de divisa al tener monedas diferentes, cubrir esa diferencia nos lleva a rentabilidades nulas e incluso negativas). Acceder a nuestras posiciones y ver los resultados en negativos ha generado nerviosismo en los inversores, provocando que se tomen decisiones en este último trimestre del año que han podido disminuir nuestro patrimonio.

Llegados a este punto, quisiera hacer referencia al análisis de una encuesta de Natixis (Global Survey of Financial Professionals) que tuvo lugar en marzo del año pasado y cuyos resultados han sido publicados recientemente. Lo más destacado es la expectativa de rentabilidad que tienen los inversores respecto a los profesionales de la gestión. En lo que respecta al inversor español, éste espera y desea una rentabilidad del 10,9% frente al 4,0% que espera el profesional. ¿Es una diferencia elevada? Sí, lo es.

El análisis, que tomó como muestra a 16 países y 2.775 profesionales, advierte que un 80% de los inversores son más tolerantes al riesgo cuando el mercado tiene una tendencia alcista, es decir, asumimos mayor riesgo sin apreciar cómo éste puede afectarnos y a qué velocidad cuando la situación cambia. Las conclusiones apuntan a la necesidad de conocer mejor al inversor y cuál es la tolerancia al riesgo.

Para ello, la empatía se erige como protagonista. Ponerse en el lugar del inversor ayuda a entender y comprender cómo es la persona. Si la empatía está presente en la relación asesor-inversor permitirá una mayor precisión a la hora de conocer cuál es el perfil real del cliente, qué necesita y qué recorrido tiene que hacer para crecer en cultura financiera, la cuál le permitirá una mayor seguridad y tranquilidad al ser un inversor asesorado, es decir, un inversor que conoce el activo financiero en el que está invirtiendo, la rentabilidad que espera del mismo y el riesgo que asume en el horizonte temporal fijado. Esta seguridad y tranquilidad la genera una buena Planificación Financiera.

Un dato: a finales de diciembre de 2018, un expresidente de una de las entidades financieras españolas más importantes compró un millón de títulos a precio en mínimos. Alguien se las vendió.

En la gestión patrimonial coherencia y empatía.

 

Juan Francisco Martín Báñez WEB Juan Francisco Martín Báñez

EFA European Financial Advisor

Asociado EFPA 12099

 

Artículo incluido en el número de febrero de la revista Agenda de la Empresa