La crisis ha enfrentado la economía a sus límites en los últimos años. La falta de acierto de la economía para prever la naturaleza de la crisis y su intensidad, desató un alud de críticas que cuestionaba su condición de ciencia. Las críticas han sido interesantes y han generado un debate muy interesante, como el que se generó a partir del libro de Dani Rodrik, Las reglas de la Economía, donde defendía que, pese a sus errores, la economía sí es una ciencia, que utiliza modelos, aunque no se pueda otorgar a estos un valor universal. Son modelo y no leyes. La economía y sus distintas escuelas aportan propuestas y modelos que se ajustan de manera diferente a los problemas que analizan. Ningún modelo es suficiente en sí mismo, todos contribuyen a las respuestas. Hemos aprendido que el peor error de la economía fue cerrarse en una sola respuesta, que el valor de la economía es encontrar las explicaciones más pertinentes entre sus diversas escuelas, ya sea la austriaca, la neoclásica, la del comportamiento, la institucional o la neomarxista.

El panorama de la política económica reciente es muy cambiante si comparamos los debates de finales del siglo XX, tan marcado por la convergencia, con los debates actuales. No hay política que ilustre mejor esa diferencia que la política monetaria. De los altos tipos de interés a los que estábamos acostumbrados cuando la lucha contra la inflación era el objetivo principal de nuestra política económica, a los tipos bajos e incluso negativos a los que nos ha acostumbrado la política monetaria no convencional de estos años.

Uno de los últimos debates se alimenta de la persistencia de los instrumentos de la política monetaria no convencional ante la falta de vigor del crecimiento. También de las propuestas en torno al New Green Deal en Estados Unidos. Los postulados de la Teoría Monetaria Moderna (MMT por sus siglas en inglés) cuestionan las relaciones tradicionales entre la creación de dinero, la inflación o la deuda y han generado un fuerte rechazo entre algunos economistas que temen que aliente desequilibrios macroeconómicos.

En la misma línea de debate, y desde el blog Nada es Gratis, Juan Francisco Jimeno ha centrado mejor el debate sobre el margen de actuación ante la deuda pública planteando que los efectos de una deuda alta, en torno al 100% del PIB, por ejemplo, podrían no ser tan negativos como el análisis tradicional sugiere.

¿Hay o no margen para adoptar políticas fiscales más expansivas? Nuestras experiencias recientes con la prima de riesgo sugieren que no mucho. Pero Jimeno plantea que la combinación de tipos de interés bajos podrían dar lugar a un New Green Deal europeo basado en proyectos de inversión pública socialmente rentables centrados, por ejemplo, en el cambio climático. En esta escala europea, en un entorno de tipos bajos, con la capacidad de algunos países de emitir deuda, un plan así puede ser un gran incentivo para crecer. Mejor, dice Jimeno, “si la alternativa es seguir emitiendo deuda pública para financiar programas de gasto público mal planteados, peor ejecutados y sin objetivos sociales justificados en criterios equitativos de redistribución intergeneracional tan evidentes”.

Finalmente, un grupo de economistas, encabezado por Suresh Naidu, Dani Rodrik y Gabriel Zucman ha lanzado un sugerente debate en torno a su propuesta sobre la Economics for Inclusive Prosperity, fácil de encontrar en Internet y las redes o en el Boston Review donde se ha procurado un rico intercambio entre economistas. La propuesta sobre economía para la prosperidad inclusiva incluye una nueva agenda de investigación y políticas. No cabe duda, la crisis ha sacudido a la economía y ha generado un debate del que podemos esperar nuevas ideas para esta nueva época.

 

Pedro Caldentey WEB Pedro Caldentey

Director del Departamento de Economía

Universidad Loyola Andalucía

 

 

Artículo incluido en el número de abril de la revista Agenda de la Empresa