Hace unos días que Rafa Nadal nos regalaba una noticia positiva, se proclamaba campeón de Roland Garros, una vez más. Me hizo sentir bien y me hizo recordar lo sucedido en Wimbledon de 2008. ¿Te acuerdas? Final contra Roger Federer, juego a cinco sets, con dos parones por la lluvia y un final espectacular con la victoria para Rafa. Analizado el partido por los profesionales, identificaron que el éxito del español se pudo haber debido, entre otros aspectos, al menor número de errores no forzados (52 para Federer frente a los 27 de Nadal).

Un error no forzado es aquel en el que el oponente gana sin haber hecho nada. Por ejemplo, en el caso del tenis: una doble falta de saque, echar la bola fuera de la pista o a la red, es decir, una situación que, a priori, está bajo nuestro control y parece que no fallaremos, y se produce la pérdida del punto, o bien, se lo regalamos al contrario. Es un error atribuible a nosotros mismos.

¿Podemos acercar esta situación al escenario de la gestión de nuestro de patrimonio personal? ¿Hay alguna similitud con el mundo de la inversión? Parece que sí y nos lo explica Charles D. Ellis en su libro Ganar jugando a no perder (Winning The Loser’s Game), que utilizaba el trabajo previo de Simon Ramo, quien diferenciaba los jugadores de tenis profesionales y los jugadores amateur. Los primeros suman tantos con golpes ganadores, los segundos pierden tantos por un gran número de errores no forzados. En lugar de poner la bola dentro de la pista, evitar cometer dobles faltas, fallaban puntos que estaban bajo su control. Les hacía perder el partido, jugaban al juego del perdedor.

¿Qué quiero decir? Sencillo: cuando tomamos decisiones de inversión hemos de ser conscientes de que existe un riesgo, nos podemos equivocar. Podemos invertir de más, seguir una moda porque la hemos escuchado en nuestro entorno, dejarnos llevar por una emoción o impulso momentáneo, por avaricia, por querer enriquecernos de una forma rápida, entre otros. Es el juego del perdedor y nosotros mismos tomamos esas decisiones.

Sin embargo, también podemos ganar jugando a no perder, sobre todo si tenemos claro que, cuando invertimos, lo hacemos con un horizonte temporal de un número determinado de años, igual que un empresario que invierte en su negocio con vistas al largo plazo, no al corto, que podría llamarse especulación. Y lo hace con una planificación estratégica definiéndose primero él, ¿cómo es él?, ¿qué tipo de inversor es?, para después responder a preguntas que le permiten ganar, siendo conocedor que el camino no va a ser fácil. Éstos son los siguientes pasos:

  • Definición de necesidades y objetivos.
  • Recursos disponibles.
  • Horizonte temporal para llevar a cabo la inversión estableciendo plazos de corto, medio y largo plazo.
  • Tipo de riesgo que tolero y estoy dispuesto a asumir.
  • Quién le va a acompañar a implementar la estrategia ganadora que conquistará el mercado, ya que quiere “ganar” en el juego de perdedores.

Tomarse tiempo para hacerse estas preguntas supone que tiene su Planificación Financiera Personal que le permitirá estar seguro y tranquilo. Su comportamiento en el momento de la toma de decisiones reducirá el  riesgo, o bien, su coste de oportunidad será mínimo. Hay momentos en la gestión de patrimonios que nos permiten ganar tantos sin haber hecho nada nosotros, nos regalan precios de compra de activos que los aprovechamos, y ahí aparece nuestro asesor que nos acompaña y ayuda a evitar errores no forzados.

 

Juan Francisco Martín Báñez WEB Juan Francisco Martín Báñez

EFA European Financial Advisor

Asociado EFPA 12099

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Artículo incluido en el número de julio-agosto de la revista Agenda de la Empresa