La noticia de que el mundo no se detiene no es nueva: los andaluces llevamos contándola y protagonizándola más de quinientos años, cuando hicimos posible el gran salto de la humanidad hacia la Edad Moderna. Los tiempos han cambiado mucho desde que descubrimos, sobre la redondez de nuestro planeta y a bordo de las viejas naos y carabelas, que el horizonte no es un lugar al que se llega, sino hacia el que se camina. Pero tanto entonces como ahora, transcurridas media docena de revoluciones tecnológicas, tras atravesar un sinfín de vicisitudes de toda índole y estando como estamos en pleno proceso de globalización de imprevisibles consecuencias, las sociedades desarrolladas, vivas y saludables hemos aprendido que quien no sabe vivir con su época está inequívocamente condenado a la extinción. Hoy, una de las grandes actualizaciones de las que depende no ya nuestra prosperidad sino incluso nuestra operatividad, que es como decir nuestra supervivencia, está en la respuesta que demos al desafío de la transformación digital; un reto que nos concierne como Administración pública, pero en el que todos estamos inmersos y que ahora más que nunca, en esta realidad hiperconectada de la que nos hemos dotado de forma irreversible, atañe a la educación, a la empresa, a las relaciones sociales, a la economía, a la burocracia y, en definitiva, a todos los aspectos de la vida. Tras una etapa de cierto desentendimiento, Andalucía, la nueva Andalucía del cambio, de la eficiencia y de la determinación, ha aceptado este desafío y ha puesto proa hacia ese objetivo.

Queremos construir una nueva relación entre la Administración y los andaluces, mejor articulada, más exitosa, ágil, inmediata y productiva. Y esta voluntad nuestra, que responde a una exigencia inevitable como antes señalaba, la asumimos también desde la Junta de Andalucía como una cuestión de principios. Creemos que la relación entre la Administración y los vecinos requiere eliminar obstáculos anacrónicos y rodeos desesperantes; abundar en la utilidad y en la cercanía, en el contacto lo más directo y certero posible; destacar y dar valor al excelente trabajo de los empleados públicos, que son quienes tradicionalmente han puesto rostro a las interacciones con la ciudadanía en una exposición diaria que no siempre daba idea de su extraordinaria competencia y cualificación. Y pretendemos que este salto evolutivo, en el que ya estamos trabajando, se dé mediante un nuevo diseño digital de la Junta de Andalucía más acorde con tales propósitos y con las necesidades reales de los andaluces, a cuyo servicio estamos.

En efecto, el mundo se está reconfigurando permanentemente sobre el entramado digital y no hay tiempo que perder. Porque esta transformación supone establecer un nuevo contexto para todos los intercambios sociales, y la Administración no solo tiene que tomar parte sino también dar ejemplo al conjunto de la sociedad, dado que ese contexto es, además, el que está determinando las condiciones para el empleo, la riqueza, las actividades industriales y comerciales, el turismo, la organización del trabajo, la estrategia del bienestar. Incluso los marcos normativos se empiezan a adaptar ya a las nuevas circunstancias. Al tratarse de un proceso que nos incumbe a todos, en todas las esferas y ámbitos, no hay mejor forma de actuar que dar el paso juntos, ayudándonos y aprendiendo mutuamente, descubriendo hasta dónde somos capaces de llegar.

Estamos cambiando Andalucía. Hemos emprendido un proceso de regeneración de sus objetivos, sus esfuerzos, sus esperanzas, su fe en sí misma, que desembocará en una nueva marca con la que nos sintamos identificados y que nos estimule para seguir avanzando. Hemos desterrado la melancolía crónica que tanto nos lastraba y ahora construimos sobre el acuerdo, la colaboración, la innovación, la eficiencia, el afán de superación, la buena gestión de las oportunidades, con una Junta de Andalucía que hace de puente y no de muro entre los ciudadanos y la satisfacción de sus necesidades, entre los que apuestan por dar impulso y riqueza a nuestra tierra y la consecución pronta y firme de sus objetivos. Hacerlo requiere instrumentos adecuados, y eso es, en parte, lo que vamos a lograr con la transformación tecnológica y digital: aplicar estas decisiones con las mejores herramientas al alcance y las que se vayan generando en lo sucesivo.

Es importante que la sociedad y los agentes que la conforman cuenten con los cauces idóneos para interactuar con la Administración, ya sea para presentar una queja, una solicitud, una iniciativa, un trámite o una felicitación. Ese vehículo servirá, también, para impulsar la simplificación de los procedimientos y la racionalización de la organización. Y dejará instaladas unas bases sólidas para que la progresiva actualización y mejora de las vías de comunicación a nivel interno y externo se efectúe ya sobre este nuevo concepto digital, que es como decir que dará paso a otra época en la crónica no siempre feliz ni diligente de la burocracia. Nos encontramos en el umbral de un futuro apasionante que nos planteará retos insólitos y nos expondrá a nuevos riesgos, sin duda, pero ante el que nos sentimos enormemente motivados, entusiasmados y capaces. Al otro lado de ese umbral está una nueva y más prometedora Andalucía, la tierra que queremos, por la que trabajamos y en la que creemos.

 

Juan Manuel Moreno Bonilla Juan Manuel Moreno Bonilla WEB

Presidente de la Junta de Andalucía

 

 

Artículo incluido en el número de octubre de la revista Agenda de la Empresa