A la hora de abordar los retos de las empresas, últimamente se suele poner el foco en sectores especializados en lo tecnológico o lo digital. Pero lo cierto es que todos los sectores productivos están asumiendo nuevos desafíos pues se trata, en esencia, de innovar en todos los aspectos de la actividad empresarial para ser más  competitivos.

También la agricultura está en constante evolución para adecuarse a esta nueva realidad, y por eso innova y es cada vez más competitiva. Se trata de un sector que, en Europa, se encuentra con la novedad añadida de la reforma de la Política Agrícola Común (PAC), que siempre ha influido de manera decisiva en el ámbito agrario y agroalimentario de Andalucía. Una nueva PAC que preocupa por los recortes previstos y que se desarrolla en un contexto macroeconómico de desaceleración.

El sector de la agricultura, pesca, ganadería y empresas asociadas aporta el 8% del PIB de nuestra Comunidad Autónoma, muy por encima de su peso a nivel nacional (5%) y de la Unión Europea (3%). Supone el 10% del empleo. Por tanto, hablar de agricultura en Andalucía, es hacerlo de un espacio caracterizado fundamentalmente por su enorme diversidad y heterogeneidad, imprescindible para el desarrollo económico y social de nuestra tierra, porque tiene una función clave su vertebración social y territorial.

Más de la mitad de la superficie andaluza se destina a la actividad agraria -aproximadamente cinco millones de hectáreas-, lo que influye en la fijación de la población al territorio. Un asunto éste de gran actualidad en España con motivo de los procesos de despoblación en territorios agrícolas y que en el caso de Andalucía se ha mantenido en un estado relativamente equilibrado. No obstante, resulta necesario contribuir a la retención de la población rural en su lugar con acciones positivas de arraigo y, sobre todo, con el impulso del relevo generacional en el campo.

dron javier gonzález de lara ceaRespecto al sector agroalimentario andaluz, éste aporta más de la cuarta parte de la producción agraria nacional y tiene una clara vocación exportadora, al poner en los mercados internacionales más del 24% de las exportaciones agroalimentarias a nivel nacional. Exportaciones que alcanzan un valor de casi 11.000 millones de euros a través de unas 7.000 industrias. Como se ha reiterado en muchas ocasiones, es además el sector empresarial el que mejor ha sabido impulsarse en un entorno de crisis generalizada, caso de la última que padeció nuestro país.

El sector agroindustrial en Andalucía se enfrenta, como otros tantos, a una batería de retos y amenazas. Entre ellas está el cambio climático, la eficiencia energética y la gestión del agua, la innovación, la biotecnología, las exigencias de consumo y la seguridad alimentaria, así como la sanidad vegetal. Todas cuestiones que tienen que ver con una Agenda Verde y que deberían siempre ser compatibles con la productividad y la competitividad del sector.

Desde CEA, siempre se ha promovido el desarrollo sostenible, pero que sea al mismo tiempo social, económico y medioambiental. Si se quiebra ese equilibrio y se antepone un tipo de sostenibilidad a otra, nuestra sociedad se alejará de la senda del bienestar.

Un elemento clave es la incidencia del cambio climático en la producción agraria. En el campo de la eficiencia energética se ha avanzado en el uso de energía sostenible o la optimización de la gestión del agua -aunque todavía se está a la espera de promover un gran Pacto por el Agua en Andalucía-, y sigue habiendo una gran oportunidad para seguir mejorando y ser más eficientes. Siempre con proporcionalidad y flexibilidad.

Otra amenaza que vive el sector agrícola y que se está generando en los mercados internacionales es, por ejemplo, el profundo daño que se ha hecho a una actividad como la aceituna de mesa, que se ha visto penalizada en su capacidad de competir por cuestiones totalmente ajenas a su propia toma de decisiones. O los nuevos aranceles de la administración Trump, que aunque basados en otros sectores de actividad, han afectado al agrario y agroindustrial andaluz.

Todos los que trabajen en la nueva PAC deberían tener muy presente estos antecedentes a la hora de diseñar el futuro, para que prevengan este tipo de actuaciones y las palien, una vez se hayan producido, para mantener la estabilidad de nuestros mercados.

Del mismo modo, en el ámbito internacional hay que tener en cuenta el impacto que el Brexit y, en general, el nuevo movimiento proteccionista que se extiende por todas las economías desarrolladas pueda tener sobre el sector agrícola andaluz. Por lo que deben existir mecanismos que permitan paliar contratiempos tan notables como los señalados.

En este contexto y desde la perspectiva de la asunción de nuevos retos de futuro, hay que insistir en la estabilidad de las normas y los procesos, acompañados de su simplificación. Promover la unidad de mercado de manera homogénea y defender la dimensión empresarial y no penalizarla. Porque el tamaño es, en muchas ocasiones, la garantía de la estabilidad y del incremento de la competitividad de una empresa.

En resumen, el sector agroindustrial debe dar respuesta a grandes retos de futuro: digitalización, innovación, sostenibilidad, dimensión, relevo generacional o seguridad alimentaria y sanidad vegetal, sin olvidar la generación de renta. Todos ellos, factores determinantes para intentar conseguir una Andalucía más competitiva y más sólida empresarialmente.

 

Javier González de Lara Javier González de Lara2

Presidente de CEA

 

 

Artículo incluido en la revista de febrero de Agenda de la Empresa