Nueva York, 1857: 129 mujeres fueron asesinadas por pedir igualdad salarial y laboral con los hombres. Mientras, otras muchas llenaban las calles reclamando un trato digno, o al menos igualitario, al de sus compañeros trabajadores.

Siglo XX. Miles de mujeres recorren las calles pidiendo que se les permita votar.

Hoy, millones de mujeres salen a las calles de todo el mundo para reclamar el fin de las discriminaciones y desigualdades laborales, para pedir igualdad salarial, de oportunidades, de corresponsabilidad de cuidados y condiciones laborales dignas y libres de violencia.

Gracias a un trabajo sindical riguroso, de tantos años de esfuerzo, de lucha en las calles y en las mesas de negociación, se han conquistado mejoras laborales para las mujeres, pero datos como el de la brecha salarial, que se sitúa en 23,1%, y 475.933 mujeres desempleadas, evidencian que aún queda camino por recorrer.

Las mujeres trabajadoras siguen accediendo a empleos de menor nivel académico para el que están preparadas y se siguen encontrando con grandes dificultades para promocionar en las empresas y ocupar puestos de responsabilidad.

A pesar de que se estima que el coste total de la menor tasa de empleo femenino fue de unos 370 billones de euros en 2013, lo que corresponde al 2,8% del PIB de la UE en ese año, empresarios y gobiernos no reaccionan y mantienen un posicionamiento negacionista y excluyente.

Tanto es así que, a pesar de que es ilegal la discriminación por razón de sexo, tal y como se recoge en el artículo 14 de la Constitución Española, fue necesario el desarrollo del ‘Real Decreto 6/2019 de medidas urgentes para la garantía de la igualdad de trato y oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación’. Esa normativa recoge un importante instrumento para propiciar el cambio y acabar con la discriminación laboral: los planes de igualdad, que este 7 de marzo han de tener implantados todas las empresas que tienen una plantilla superior a 100 personas trabajadoras y cuya negociación para las de menos de 100 comenzará de manera inminente. Una obligación que, desgraciada e incomprensiblemente se queda en la teoría, ya que en nuestra tierra, de más de un millar de empresas que tienen más de 100 personas en plantilla, apenas medio centenar los ha implantado. No logramos entender las causas que mueven a las empresas a vulnerar la Ley y no querer poner en marcha una herramienta que es de justicia social y de apuesta decidida por la igualdad. Evidentemente, esa falta de compromiso empresarial hace imprescindible una mayor implicación de la administración pública para hacer cumplir la norma, y será uno de los retos principales de CCOO en la negociación de los convenios en 2020.

La conquista de la igualdad entre mujeres y hombres es un camino de avances, no de retrocesos, a pesar de aquellos que no quieren perder sus privilegios y pretenden empañar todo logro falseando datos y manipulando informes. Por eso este 8 de marzo toca volver a salir a las calles para denunciar que la discriminación sigue existiendo, que nuestros salarios son más bajos simplemente por el hecho de ser mujer y que muchas siguen siendo víctimas de acoso psicológico o sexual en el lugar de trabajo, un 35% según Naciones Unidas.

Ojalá el 8 de marzo pudiese ser un día solo de reconocimiento a quienes allanaron el camino hacia la igualdad plena y no de reivindicación para conseguirla, pero hasta que eso ocurra seguiremos avanzando con paso firme en la lucha por el derecho a la igualdad. Es de justicia y, como han hecho muchas mujeres a lo largo de la historia, en CCOO no nos cansaremos de pelear para que deje de ser una utopía y sea una realidad.

 

Nuria López Web Nuria López

Secretaria General de CCOO-A

@nurialomar

 

Artículo incluido en la revista de marzo de Agenda de la Empresa