La Caixa se mantiene firme en su decisión de ganar la opa de su participada Gas Natural sobre Endesa. No obstante, reconoce que se está viendo muy afectada, mucho más de lo que desearía, por todo cuanto está rodeando a la operación, que asegura haber planteado desde un punto de vista puramente profesional, como probaría su fracasada opa sobre Iberdrola, y que ha sufrido, pese a todo, un fuerte proceso de politización.

Esta conjunción de la economía con la política, que como el agua y el aceite no deben mezclarse, ha terminado por provocar una de las situaciones más críticas de la reciente historia de éxitos de la caja catalana, que ve como su hasta ahora envidiado modelo de desarrollo (1.800 sucursales bancarias en Cataluña y 3.000 en el resto de España, así como la creación del mayor grupo industrial español en pocos años) se cuestiona tanto en Cataluña por los partidos nacionalistas, como en el resto de España por el PP y por algunos sectores del PSOE.

Los nacionalistas, como pidió el pasado jueves a Freixenet el consejero de ERC Josep Bargalló, les sugieren buscar otros mercados fuera del resto de España, lo que a los gestores de La Caixa les parece un disparate. Y los partidos nacionales, sobre todo el PP, les acusan de querer trasladar a su región los centros de decisión de los principales sectores económicos, en detrimento de Madrid y en beneficio de Cataluña, lo que también les parece un desenfoque total.

Bajo estos parámetros la situación de La Caixa con la opa no deja de ser delicada y puede tornarse en muy peligrosa por su coincidencia con el debate del Estatuto catalán y la campaña de boicot a productos catalanes.

 
Por otro lado, Endesa recurrirá hoy mismo ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo la resolución de Bruselas que deja el estudio de la opa en manos de las autoridades españolas. Una controvertida decisión que provocó una intensa «escaramuza», con el presidente de la CE, Durao Barroso, muy próximo a Aznar, presionando a la comisaria de Competencia, Nelie Kroes, para que la CE estudiase la opa. Y por el contrario, el Gobierno español con sus terminales en Bruselas, como Almunia, haciendo lo contrario. Y las guerras han seguido después de que Kroes decidirá con un retraso de más de dos meses, como han sido el «affaire» de la cena Barroso-Zapatero y hasta la deriva de la opa en la negociación de fondos europeos, denuncia que el PP ha dejado caer y que Zapatero rechaza.