La Comisión Europea, en sus Previsiones de Primavera publicadas a principios de mayo, señala que la recesión económica provocada por la COVID-19 será profunda y desigual, al tiempo que la recuperación será incierta. La pandemia ha afectado gravemente al consumo privado, la inversión y el comercio, entre otros, y Europa sufre un choque económico sin precedentes desde la Gran Depresión. Este organismo prevé que tanto la Zona Euro como el conjunto de la Unión Europea registren este año descensos del Producto Interior Bruto (PIB) superiores al 7%.

Estas previsiones están sujetas a un grado de incertidumbre superior al habitual, ya que se basan en una serie de hipótesis sobre la evolución de la pandemia y las medidas de contención. La hipótesis de referencia prevé que las medidas de confinamiento se levanten gradualmente a partir de mayo, pero una pandemia más grave y de mayor duración podría provocar una caída de la producción aún mayor. En opinión de la Comisión, sin una estrategia común de recuperación hay riesgo de que la crisis provoque importantes distorsiones en el mercado único y que surjan divergencias económicas, financieras y sociales entre los Estados miembros. De ahí los esfuerzos por intentar poner en marcha un plan ambicioso de recuperación en el seno de la Unión Europea, si bien persisten las discrepancias entre países respecto a su financiación.

La recesión será generalizada, aunque con diferencias entre países, y la recuperación dependerá no solo de la evolución de la pandemia, sino también de la estructura productiva de cada economía y de su capacidad de responder mediante políticas de estabilización. Dentro de la Zona Euro, la economía española será una de las que registre una mayor contracción, junto a Italia y Grecia. Según la Comisión, el PIB podría descender un 9,4% este año, una caída similar al consenso del Panel de Expertos de FUNCAS, y en línea con la proyección presentada recientemente por el Gobierno e incluida en el Programa de Estabilidad remitido a la Comisión (-9,2%), aunque no podría descartarse una mayor contracción de la actividad.

En este sentido, el avance de la Contabilidad Nacional Trimestral para el primer trimestre del año confirma la gravedad de esta crisis, teniendo en cuenta además que el estado de alarma se decretó el 14 de marzo, por lo que el impacto sobre la producción será aún mayor en el segundo trimestre. Se estima que el PIB ha disminuido un 5,2% en el primer trimestre, lo que supone una caída sin precedentes en la historia reciente, y un 4,1% con relación al primer trimestre de 2019, cifras que es posible que sufran en el futuro una revisión de mayor magnitud a lo habitual, dado lo excepcional de las circunstancias en que han sido estimadas. Tanto el consumo de los hogares como la inversión han registrado un descenso cercano al 7%, produciéndose caídas intensas en la construcción y los servicios.

De igual modo, las primeras cifras para Andalucía reflejan el fuerte impacto provocado por la COVID-19. La Contabilidad Regional Trimestral arroja un descenso del PIB en el primer trimestre del 5,4%, situándose la tasa de variación interanual en el -4,3%. El consumo de los hogares ha retrocedido un 7,1% en términos interanuales y la inversión un 6,6%, descendiendo tanto las exportaciones como las importaciones en torno a un 8,5%. El descenso por actividades es prácticamente generalizado, destacando la contracción en la industria y la construcción y, dentro del sector servicios, en comercio, transporte y hostelería y en actividades artísticas y recreativas.

Asimismo, el número de ocupados ha sufrido un significativo descenso, si bien los datos de la Encuesta de Población Activa del primer trimestre no recogen en su totalidad los efectos sobre el empleo, dado que hacen referencia a la media de todo el trimestre, al tiempo que no tienen en cuenta a los afectados por Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), que la metodología de la EPA continúa considerando ocupado.

De hecho, alrededor de un 15% de los afiliados a la Seguridad Social en Andalucía se encuentran en situación de ERTE, en torno a 446.100 (3,1 millones en España). Además, el número de trabajadores ha disminuido un 6% entre finales de febrero y abril, siendo más intensos los descensos en Málaga y Cádiz, provincias en las que la hostelería, una de las actividades más afectadas por esta crisis, tiene un mayor peso en su estructura productiva, sin olvidar otras actividades relacionadas y los efectos arrastre. Solo en Huelva ha aumentado la afiliación, coincidiendo con la campaña de recogida de la fresa.

En esta situación, sin precedentes en la historia, la realización de previsiones es muy compleja. No obstante, el impacto será mayor de lo que se preveía al inicio de esta crisis, y en el caso de Andalucía las previsiones de Analistas Económicos de Andalucía apuntan a un descenso del PIB entre el 8,4%, en el mejor de los escenarios, y el 11,5%, en el peor, aunque no puede descartarse un impacto aún mayor. El número de ocupados podría disminuir, en el promedio del año, en torno a un 8%, repuntando la tasa de paro hasta el 27,3%, pero podría superar el 29% en un escenario menos favorable, en el que la reactivación se retrasase más de lo previsto. En cuanto al próximo año, las primeras estimaciones apuntan a aumentos de la producción y el empleo, si bien sin llegar a recuperar los niveles previos a la crisis.

 

     Felisa Becerra Benítez Felisa-Becerra-web

Analistas Económicos de Andalucía

www.analistaseconomicos.com

 

Artículo incluido en la edición de junio de Agenda de la Empresa