Las consecuencias de la crisis sanitaria de la COVID-19 han mostrado los graves problemas que ya padecíamos. La pandemia ha mostrado con nitidez muchos de los déficits que debemos afrontar y la experiencia vivida ha de servir para impulsar un nuevo modelo organizativo del mundo del trabajo basado en políticas efectivas que favorezcan la conciliación de la vida laboral, personal y familiar.

La conciliación es un problema viejo que no se ha abordado con la suficiente profundidad y en esta crisis hemos padecido los problemas que genera no contar con los recursos ni las medidas de apoyo necesarias. En Andalucía, donde contamos con una población de 1.322.951 menores de 14 años y 1.440.102 mayores de 65 años, a lo que habría que sumar aquellas personas dependientes que no se encuentran en estos márgenes de edad, la conciliación no puede ser tratada como un problema de las familias, y mucho menos exclusivo de las mujeres, pues afecta a más del 30% de la población total.

En esta crisis se ha visto con claridad como la escuela, pilar básico de la sociedad cuya finalidad es la educación y socialización, ejerce un papel que condiciona la vida laboral de las mujeres, sobre cuyas espaldas recaen los trabajos de cuidados mayoritariamente. Es urgente, por tanto, dar una respuesta integral para no colocar a las familias en la encrucijada de renunciar al trabajo de una de las personas adultas o lo que es peor, en el caso de las familias monoparentales, renunciar a sus ingresos.

Es hora ya de superar la idea de que la conciliación es un problema de las mujeres y asumir la corresponsabilidad de los hombres, de las empresas, de los gobiernos y de la sociedad en su conjunto. Debemos evitar que las consecuencias derivadas de esta crisis recaigan sobre las personas trabajadoras y, especialmente, sobre las mujeres y, para ello, es inaplazable implementar medidas ciertas, urgentes y prioritarias.

Afrontar en profundidad los problemas que generan las dificultades para conciliar obliga a plantear un cambio de políticas que requiere de la corresponsabilidad de administraciones públicas y empresas para reformular la organización de los tiempos de trabajo, facilitando recursos económicos y servicios públicos suficientes y una regulación adecuada del teletrabajo. Por esta vía, habremos de transitar hacia medidas de calado más profundo como la prestación económica de las excedencias y reducciones de jornada, la ampliación de los permisos de maternidad y paternidad y la reorganización de los tiempos de trabajo, con jornadas y calendarios laborales coincidentes y coherentes con el curso escolar. Además, es imprescindible incorporar y mejorar con recursos concretos la red de apoyo a las familias en las tareas de cuidados. En el caso de menores, garantizar la escuela infantil 0-3 años y planes eficaces de apertura de centros y escuelas de verano. En el caso de mayores, que en esta crisis han padecido un mayor riesgo, ampliar la cobertura de la ayuda a domicilio para personas dependientes y fortalecer la red de recursos de apoyo, como son los centros de día y las residencias.

En los próximos tiempos, la empresa debe asumir su responsabilidad y adaptarse a la Nueva Normalidad, favoreciendo jornadas de trabajo que permitan conciliar la vida familiar y el desarrollo social y personal de las personas trabajadoras, huyendo de las enfermizas y extenuantes jornadas de trabajo.

Hay soluciones. CCOO apuesta por el desarrollo urgente y pleno de estas medidas, con un diálogo social productivo, con propuestas constructivas que nos permitan salir de esta crisis sanitaria, laboral, económica y social con mejores condiciones laborales y de vida para que las personas avancemos hacia un futuro con más igualdad y justicia social.

 

Nuria López Web Nuria López

Secretaria General de CCOO-A

@nurialomar

 

Artículo incluido en la edición de julio-agosto de Agenda de la Empresa