Día tras día, nuestras calles y negocios vuelven a tomar vida. Pero, esa vuelta a empezar trae nuevos elementos y condiciones. De una parte, significa ir con mascarilla por todos lados y de otra, controlar el aforo, las distancias y espaciar las mesas de nuestros locales y lugares de trabajo. En todo caso y dada la disparidad de instrucciones de las distintas administraciones, la rutina es distinta cuando el fin último es evitar el rebrote de contagios del COVID-19.

Ahora, mientras es responsabilidad de todos evitar contagios, mientras los médicos atienden los últimos pacientes y los científicos buscan vacunas, también toca trabajar para mitigar, lo máximo posible, el impacto económico del coronavirus. Nos hace estar en un contexto económico sin precedentes al estimarse en Andalucía una reducción del PIB en el segundo trimestre de entre el 15 y el 20 por ciento, cifras que nunca se habían dado, mientras que la tasa de desempleo podría situarse en el 30 por ciento. Es el momento de aunar esfuerzos, alejarse de enroscadas posturas partidistas, dialogar con los representantes de los distintos sectores económicos de Andalucía y trabajar duro y hacerlo con igual o más empeño, si cabe, que lo hacen los más de 500 mil autónomos que todos los días levantan su persiana. Ellos lo hacen con el convencimiento de que es posible salir adelante, ya lo hicieron a pesar de ser uno de los colectivos más perjudicados de la crisis del 2008 poniendo al frente sus máximos valores: esfuerzo, trabajo, asunción de riesgo y realizando un sobreesfuerzo para mantenerse a flote.

Pero, desafortunadamente y por mucho empeño que le pongan, a día de hoy, aún son más de 42 mil los autónomos andaluces que no saben cuándo podrán reabrir las puertas de sus locales. Otros muchos, autónomos de temporada, que se han quedado fuera de las distintas ayudas articuladas por el gobierno central y regional por no estar dado de alta en RETA con anterioridad a la declaración del estado de alarma. Otros miles que tampoco han podido acceder al cese de actividad por perder un 50%, o un 60% de facturación y no alcanzar el 75% exigible para ser beneficiario. Son pocos los que tienen unas ventas o facturación superior a la llegada del COVID.

Hay que reaccionar y no dejar atrás a estos autónomos que se han quedado atrás, debemos asegurarnos que aquellos negocios viables puedan ser retomados. Es indispensable prolongar en el tiempo la prestación por cese de actividad extraordinario para aquellas actividades que continúan con restricciones, no por CNAE, sino por criterios de caída de la facturación. Es necesaria la ampliación de los ERTE para aquellos sectores que aún no han podido activarse. Es imprescindible la simplificación, que haya menos trabas para hacer más fácil montar, diversificar, financiar o aplicar medidas de prevención en un negocio. Es inexcusable la agilidad de la respuesta en la toma de decisiones. Nuestra tierra necesita la generación de empleo, de actividad económica y ésta ha de ser la prioridad de todos los gobiernos con independencia del ámbito territorial en el que estén. Los autónomos somos pieza clave en la tarea de activar la recuperación económica en la crisis provocada por la pandemia del coronavirus.

 

Rafael Amor Acedo Rafael Amor WEB opinion

Presidente ATA Andalucía

@rafaelamor_ata

 

Artículo incluido en la edición de julio-agosto de Agenda de la Empresa