El FMI ha afirmado en su informe ‘Perspectiva Económica Mundial’ que los confinamientos estrictos de la población para frenar el COVID-19 son menos perjudiciales para la economía que tratar de atajar la curva de contagios mediante medidas más leves.

El informe indica que el miedo que lleva al distanciamiento voluntario permanece incluso cuando no hay tantas restricciones. Por el contrario, si el cierre total dura un tiempo limitado, se contribuye a mejorar de forma drástica la situación sanitaria, refuerza la confianza y, a medio plazo, puede que llegue a tener un coste económico y social que, en comparación, acaba siendo inferior.

Los investigadores del FMI indican que “los cierres imponen costes a corto plazo pero pueden conducir a una recuperación económica más rápida, ya que reducen las infecciones y, por ende, la duración del distanciamiento social voluntario. Los confinamientos deberían ser lo suficientemente estrictos como para frenar las infecciones. Los de corta duración podrían ser preferibles a las medidas suaves y prolongadas”.

El estudio también confirma que el confinamiento a causa ha tenido como consecuencia el incremento de las desigualdades de género y ha acentuado las disparidades entre las generaciones.

Para la elaboración del informe se han basado tanto en datos macroeconómicos como en información de compañías privadas, como Google o Vodafone, para medir mejor poco tiempo los efectos que el confinamiento ha tenido en los diferentes países en cuanto a movilidad, empleo y actividad. Concretamente, el texto analiza los movimientos de hombres y mujeres de entre 25 y 44 años durante los 30 días anteriores y posteriores a la adopción de las medidas de confinamiento.