Son continuos los retos, desafíos y, si me lo permiten, dramas, a los que los ciudadanos, empresas y Administraciones Públicas nos venimos enfrentando en los últimos meses, derivados en gran medida de los efectos que ha generado la irrupción del COVID-19. Retos sanitarios, sociales, económicos y personales que están poniendo a prueba nuestras capacidades y resiliencias como individuos y como sociedad en conjunto.

Muchos de ellos originados por la pandemia, pero, en otros casos, puestos de relieve y sometidos a valoración como consecuencia de la misma, y que lamentablemente llevaban tiempo siendo objeto de análisis y discusión para lograr solucionarlos. Uno de ellos, hablando ya en el contexto país, era el referido al esfuerzo y posicionamiento estratégico que la INNOVACIÓN estaba teniendo en la agenda política, en presupuestos asociados y, por ende, en la prioridad de las empresas a la hora de apostar por ella.

Según el informe publicado recientemente por la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), España está por detrás de la mayoría de países de Europa occidental en el listado de innovación, en el que ha bajado una posición respecto al año pasado.

En la actividad empresarial a la que nos dedicamos, relacionado con la aplicación de las tecnologías y el concepto digital para resolver distintos retos que nos plantea la actividad social, urbana y empresarial, aprendemos que la innovación, la búsqueda continúa de soluciones a problemas y desafíos existentes, logra posicionarte como referente para el mercado, situándote en mejores condiciones para conseguir contratos, aumentar el empleo y permitir que este adquiera una cualificación mayor. En resumen, permite avanzar y asegurar un bienestar profesional y personal. Esta es la fórmula que, aplicada a nivel país, permite competir en mejores condiciones garantizando un porvenir y bienestar a nuestras próximas generaciones.

Traigo a colación este asunto, largamente analizado y discutido en multitud de foros durante los últimos años, por la oportunidad (recordemos que siempre una situación negativa como la actual brinda una oportunidad) que supondrá para España y el conjunto de las personas y organizaciones, el FONDO EUROPEO DE RECUPERACIÓN. Se trata de una oportunidad histórica, como pocas volveremos a encontrar como país, para relanzar desde la innovación nuestro tejido productivo, social y empresarial, tan dramáticamente golpeado en los últimos meses. Pero, como el objetivo marcado para este fondo es el de dinamizar la actividad económica de manera inmediata, trae asociado así mismo un riesgo. Dotado con un presupuesto extraordinario (72.000 millones en transferencias directas hasta 2023) tiene que repartirse en un muy corto espacio de tiempo (las iniciativas deben presentarse antes del 30 de abril), por lo que muchos se preguntan si nuestras AA. PP. tendrán la capacidad de orquestar todos estos procedimientos en tiempo y forma, y tramitar tal cantidad de fondos. Los precedentes, en principio, no son nada halagüeños; datos estadísticos y oficiales representan que, de los Fondos de Cohesión Europeos del periodo 2014-2020, nuestro país solo ha consumido el 39%.

Para evitar esto último, y en aras a lograr un uso intensivo de los fondos que permita que la innovación se convierta en una oportunidad de país, la colaboración público-privada a la hora de definir y priorizar los retos, así como para la puesta en marcha de las herramientas que den respuesta a los mismos, debe de ser fundamental y primordial.

Las dos áreas principales sobre las que se centrarán los esfuerzos versan sobre la transformación digital y la sostenibilidad de AA. PP. y empresas. Para esto, puedo asegurarles que la industria tecnológica española está completamente preparada e ilusionada para afrontar los retos y desafíos que se plantean.

Queda por tanto insistir a las AA. PP. para que habiliten entes y procedimientos, o que impulsen los ya existentes, agilizando/modificando los trámites administrativos que faciliten el uso intensivo de estos fondos contando, como indicaba anteriormente, con la colaboración privada en todo este proceso. Tenemos una magnífica oportunidad de país por delante, aprovechémosla.

 

Emilio Herrera Rebollo Emilio Herrera Rebollo WEB opinion

Director SPEC (Smart Projects Excellence Center)

Grupo Cibernos

 

Artículo incluido en la edición de noviembre de Agenda de la Empresa