Francisco Mochón Francisco Mochon WEB opinion

Presidente de CTA

(Corporación Tecnológica de Andalucía)

 

Afrontamos un nuevo año con optimismo. Nos habíamos marcado el horizonte 2020 como una meta para tantos planes estratégicos y objetivos, pero el inesperado giro de los acontecimientos que la pandemia ha deparado nos impactó con gran intensidad. Superado el desconcierto inicial y todavía embarcados en la lucha para controlar la pandemia y sus consecuencias, ahora no cabe otra opción que concentrar todos nuestros esfuerzos en la reconstrucción. En CTA, no hemos parado de trabajar ni un solo día desde que se decretó el confinamiento en el mes de marzo para seguir apoyando la I+D+i empresarial, puesto que estamos convencidos de que la innovación es un ingrediente clave para la reactivación pos-COVID-19. Confiamos en que 2021 será un año de recuperación y buenas noticias.

Las empresas con actividades de I+D+i resisten mejor el impacto de las recesiones sobre el crecimiento de ventas, productividad y empleo que las no innovadoras. Así lo indican la mayoría de los estudios al respecto, como, por ejemplo, el informe Demografía Empresarial en España: tendencias y regularidades (FEDEA y Banco Popular, 2015). Por ello es tan importante acelerar el esfuerzo en I+D y extenderlo a una mayor parte del tejido productivo.

La Estadística sobre Actividad de I+D publicada recientemente por el INE indica que el gasto en I+D tanto de España como de Andalucía creció en torno al 4% en 2019, lo que ratifica una tendencia al alza recuperada ya el año anterior. En cualquier caso, dicha tasa es a todas luces insuficiente para converger con la media europea y con los países más desarrollados. Es necesario pisar el acelerador.

Andalucía es la décima comunidad española por intensidad en I+D, ya que su gasto en investigación y desarrollo supone solo el 0,93% del PIB, frente a la media española del 1,25%, que a su vez está muy lejos de la media de la UE-28 del 2,03% y de países como Alemania, Dinamarca, Austria o Suecia, que ya superan el 3% del PIB. Por ello, una de las prioridades de la estrategia empresarial debiera ser cambiar la estructura del gasto en I+D, ya que el objetivo marcado por la UE, y aconsejado por los expertos, es que dos tercios del mismo correspondan al sector privado y solo un tercio al público, mientras que en Andalucía el reparto es prácticamente al contrario.

Para trabajar en esa dirección, 2021 será un año clave. Habrá que articular proyectos para captar fondos del Plan europeo para la Recuperación y Resiliencia Next Generation EU, del que se prevé que España reciba unos 140.000 millones de euros en los que se han depositado grandes expectativas. Por ahora, el Gobierno español ha decidido centrarse en esta legislatura en los 72.700 millones de euros de esos fondos que llegarán vía subvención y dejar para más adelante los 67.300 millones vía crédito. Aunque existen aún grandes incertidumbres sobre cómo se gestionarán estas ayudas, ya se han lanzado varios mensajes claros. Por un lado, las grandes prioridades hacia las que deben enfocarse los proyectos que opten a ellos son la transición ecológica y la digital, y, por otro, será necesaria la colaboración público-privada para vertebrar grandes proyectos que puedan captar y movilizar estas importantes cifras.

Es un momento delicado pero que también presenta grandes oportunidades si sabemos sumar fuerzas. CTA, como entidad interfaz para la colaboración público-privada y con experiencia en la articulación de proyectos, estará atenta y dispuesta a ayudar en esta labor, así como a apoyar cualquier entidad que quiera acelerar su I+D+i. La innovación será una apuesta decisiva en esta etapa.