Nuria López
Secretaria General de CCOO-A
2020 ha estado marcado por la pandemia de la COVID-19. Desgraciadamente, miles de personas han perdido la vida en estos meses en una situación inédita y a la que, a pesar de todo, la clase trabajadora ha hecho frente. Muchas veces sin los medios adecuados, y tantas otras, con condiciones laborales precarias y salarios de miseria. Sobre todo nosotras, las mujeres, cuyo trabajo en sectores como el de los cuidados, la dependencia, los servicios, la limpieza o el sanitario, se han demostrado esenciales. Mujeres que, una vez más, hemos dado un paso al frente, como siempre, aunque en remuneración sigamos por detrás de los hombres, porque la brecha salarial existe.
Un informe reciente de CCOO-A constata que la brecha salarial entre mujeres y hombres sigue siendo una realidad, con un detrimento del 22,6% (4.153 euros anuales) si se tienen en cuenta los datos de la Agencia Tributaria, y que aumenta hasta los 6.000 euros de salario medio que deja de percibir una mujer respecto a un hombre, según datos del SEPE. Esto convierte a Andalucía en la tercera comunidad autónoma con mayor brecha salarial.
En la pandemia y el periodo de confinamiento, las mujeres hemos asumido, en gran medida, las responsabilidades de menores y dependientes, sumándolo al trabajo habitual. Eso ha generado que el teletrabajo, que se planteó como una opción para mantener la actividad laboral y atender a personas dependientes, haya sido “cosa de mujeres” en un porcentaje muy elevado de los casos, conllevando la imposibilidad de desconexión laboral e impidiendo ejercer el derecho a la conciliación de la vida personal y familiar. En el ámbito laboral, y aunque hay menos mujeres incorporadas a la actividad remunerada, hemos sido nosotras las afectadas en mayor medida por los ERTE, con prestaciones ridículas como consecuencia de la parcialidad obligada, la temporalidad y los bajos salarios a los que las reformas laborales han contribuido. En Andalucía, el Gobierno autonómico debe asumir su responsabilidad y complementar los ERTE, como ya hacen otras comunidades, para que los andaluces y andaluzas, especialmente aquellas más vulnerables, puedan vivir con dignidad. El Gobierno andaluz no puede seguir negando la protección a quienes más lo necesitan, muchas de ellas mujeres.
Ya está bien que seamos siempre las perjudicadas y las que suframos una involución en los derechos conseguidos en ese camino hacia la igualdad real. Una igualdad que, lamentablemente, aún no existe a tenor de estos datos, pero que es de justicia social alcanzar. CCOO-A va a seguir exigiendo y trabajando para que las empresas cumplan con la normativa y negocien con la Representación Legal de los Trabajadores y Trabajadoras los planes de igualdad, tal y como se recoge en los Reales Decretos 901 y 902 de Registro Salarial y Registro de Planes de Igualdad. Y no entendemos la actitud retrógrada del empresariado y su corta visión, recurriendo ante el Tribunal Supremo el procedimiento de negociación de los planes de igualdad. Los empresarios no pueden dar la espalda a la igualdad y seguir fomentando un mundo laboral desigual y discriminatorio.
CCOO-A seguirá reclamando un modelo laboral más igualitario. Si algo ha evidenciado la pandemia son los déficits del sistema actual, que debemos afrontar y corregir para impulsar un nuevo modelo organizativo del mundo del trabajo basado en políticas que favorezcan la conciliación de la vida laboral, personal y familiar y que no discrimine a las mujeres.
Detrás de muchas mascarillas hay rostros de mujeres porque esos sectores siempre han sido, y seguirán siendo, esenciales. Ha llegado el tiempo de que eso se reconozca más allá de los aplausos. Las mujeres queremos una nueva normalidad: la igualdad y, para ello, ha llegado el tiempo de las mujeres.