Manuel Bellido
Director de Agenda de la Empresa
Fue Sócrates quien dijo que “la vida que no se ve sometida a crítica no merece la pena vivirla”; es ese el motivo que me ha llevado a escoger como tema de portada de esta edición el 75 aniversario de la ONU. La intención, que no es ingenua, es la de abrir entre nuestros lectores un debate sobre la política actual a través de una especie de sincronía que una y actualice la parábola de los últimos 75 años. Hacer un balance que recoja las iluminaciones y los detritos de la política a nivel mundial y su reflejo en las políticas domésticas, para afrontar mejor los desafíos futuros.
En este sentido venimos trabajando desde nuestra redacción en los últimos años, intentando suscitar mes a mes, desde el río de la reflexión humana, el descubrimiento, la vocación y la disponibilidad a abrirse al compromiso, al valor y a la esperanza de la Política, con la P mayúscula.
En la búsqueda de fundamentos o, mejor dicho, de respuestas a las preguntas sobre la legitimación del poder y la función política, -que, en la actualidad, estupefactos, contemplamos descarrilada y desorientada-, me he confrontado en mi trabajo intelectual también con Platón y Aristóteles. Son muchos los interrogantes que los griegos tenían sobre el gobierno de los hombres o sobre el gobierno de las leyes, algo que más tarde se reinterpretó en el arco de la hegemonía romana con la reflexión sobre el derecho; repudio de la violencia privada y reconocimiento de la fuerza justa del Estado, algo que prefiguraría la trama robusta de las democracias modernas, su ordenamiento y su potencialidad dinámica. Por tanto, llegados a este punto, hablar hoy de política en un mundo globalizado y de organizaciones multilaterales no es mirar solo a la ampliación de la gobernanza mundial, en favor del desarrollo integral de la persona y de la paz, sino es hacer un llamamiento a los que se ocupan profesionalmente a nivel local o mundial de la función política para que, en conciencia y con vocación de servicio al bien común, pongan en sintonía la coherencia de valores con la novedad de los nuevos desafíos. No es tiempo de ilusiones fáciles ni de experimentos ideológicos, tampoco es tiempo de gobernar a golpe de marketing, archivando preguntas sobre el futuro. Mal que le pese a algunos, no es tiempo de populismos ni de espejismos de excesivas y falsas esperanzas, que al final terminan traicionando y mortificando a las sociedades. Ejemplos se vienen dando en nuestro país donde, desde ciertos partidos, no se escatima en jugar con la propaganda porosa de las promesas fraudulentas. Nunca como en estos tiempos se necesita recuperar el primado de esa política que garantiza el bien común en la sociedad con equidad, independizándola de razones tecnológicas o económicas. Platón indicó que cuando se prefiere la demagogia a la virtud, la democracia se extingue.
El aniversario de la ONU puede ayudarnos a reflexionar sobre nuestra historia democrática y sobre su estado actual, sobre la cultura nihilista que nos invade, sobre las ambiciones y las virtualidades de los políticos que ponemos al frente de los gobiernos, y sobre qué mundo queremos dejar a nuestros hijos y nietos.
António Guterres, en este aniversario, considera que esta tarea supone un “proceso importante e inclusivo de profunda reflexión”, y reitera que es necesario un multilateralismo “más eficaz, con visión, ambición e impacto. Hoy tenemos un superávit de desafíos multilaterales y un déficit de soluciones multilaterales”.
Creo que es un camino arduo pero no imposible. Al menos tendríamos que estar convencidos de que vale la pena.