Entrevista a Javier Coterillo Ruiz

Consejero Delegado de FarmaQuivir

FarmaQuivir es una distribuidora al por mayor de productos farmacéuticos y medicamentos y, hoy por hoy, una compañía que está liderando a nivel nacional la producción de mascarillas FFP2 con ‘calidad farma’, en una fase decidida de expansión e internacionalización en el sector sanitario y explorando líneas adicionales de negocio

¿Cuál es la contribución de FarmaQuivir a la seguridad y salud de los españoles en estos delicados tiempos?

Pensamos que una contribución útil y responsable, en clave de salud preventiva. El coronavirus llegó y pasará (esperemos que lo antes posible), pero la mascarilla FFP2 ha venido para quedarse y para frenar de manera anticipatoria y en determinados contextos, otras enfermedades. Hoy seguimos sumando a la solución de la crisis sanitaria, en primer plano. Mañana estaremos en la lucha contra la crisis emocional. Hemos de ser realistas y hemos de estar preparados. Ya lo estamos.

¿A qué tipo de clientes se dirigen y a través de qué canales? ¿Hablamos de un negocio B2B, B2C o C2C?

Nuestro modelo es flexible, navegando entre el B2B y el B2C. La venta a grandes distribuidores, tanto privados como institucionales, abarca una porción muy significativa de nuestro negocio, tanto en España como fuera de nuestras fronteras. Pero, igualmente, a través de canales online, nos dirigimos al consumidor final, sea éste pequeño o mediano. Creemos profundamente en el marketing, en las nuevas formas de relación con el cliente. Y entendemos que cada uno de ellos tiene una manera particular y, en parte diferente, para enfocar esa interacción y que resulte fructífera.

FARMAQUIVIR-10Recientemente, han dado un paso muy importante en la compañía, al poner en marcha una fábrica de 2.000 m2 en Sevilla. ¿Qué objetivos estratégicos y de negocio persiguen con ello?

En términos empresariales y de creación de valor de negocio, estar liderando a nivel nacional la fabricación de FFP2, con la perspectiva de hacerlo a escala europea pasado el verano, nos permite poner a la firma en otra dimensión, dotarla de un potencial enorme para la expansión y, por supuesto, hace posible su consolidación definitiva. Esa es la meta en el medio plazo. Somos perfectamente conscientes de la ambición que encierra, pero hemos puesto unas bases muy firmes y unos pilares muy sólidos para ese gran edificio con el que soñamos.

¿Qué supone contar con una fábrica en España a la hora de desarrollar un proyecto que sea líder nacional e internacional? ¿Cuáles son sus objetivos de expansión a otros mercados?

Nos sentimos muy cómodos trabajando en suelo comunitario, pero igualmente hemos cerrado operaciones en América Latina y América del Norte. Lo importante es conocer la idiosincrasia de cada mercado, cómo funciona no solo en términos comerciales, sino técnicos, y eso siempre es más fácil disponiendo de un gran equipo de profesionales especializados. Nuestro mercado, y no es un eslogan, es el mundo entero. Tenemos capacidad de llegada real y, lo más determinante, tenemos un producto fiable y de primerísima calidad que está calando y calando. Ese feedback nos llega cada día, con cada operación, y es sin duda la gasolina para seguir adelante con empuje.

Damos por hecho que cualquier mascarilla que se pueda comprar, cuenta con su homologación. Pero esto no es así en muchas ocasiones, ¿verdad?

Ni es ni ha sido así. Los ciudadanos deberían conocer en profundidad, y nosotros estamos haciendo esfuerzos en público y en los medios de manera muy didáctica, el recorrido tan exigente que debe pasar una compañía, ante los laboratorios y otras instancias, para homologar y certificar sus productos. Hablamos de salud, pero aún así hay controles que han fallado y siguen fallando. Y, hasta cierto punto, no resulta muy comprensible y, por descontado, resulta poco aceptable. Por eso, hemos exigido a las instituciones que apuesten por la industria y por el talento nacional, y abandonen los riesgos de la adquisición de material asiático, que tan problemático, por su falta de seguridad, ha resultado. Parece mentira que algunas de esas instituciones aún no hayan aprendido la lección.

¿Es por tanto la mascarilla FFP2 la más segura que podemos usar en nuestro día a día?

En términos de respirabilidad y de filtración, estamos ante un modelo que, por expresarlo en términos coloquiales, nos protege de verdad. Y eso es fundamental. No podemos continuar, por razones estéticas, usando tapabocas de tela, por pura moda, si se me permite la expresión; porque en modo alguno contribuyen a velar por la salud, que es lo medular. Y ese es el fin último que perseguimos con el diseño y la fabricación de equipos de protección individual. Es un error crear una falsa sensación de seguridad. La mascarilla tiene una función que cumplir, y si no la cumple, pierde su elemental sentido y su razón de ser.

¿Por qué en el peor momento de la pandemia el mundo ha mirado a Asia a la hora de buscar material sanitario en vez de buscarlo dentro de sus fronteras? ¿Cuál será a medio plazo la fortaleza de abastecimiento de material sanitario de España?

Al inicio, hace ya más de un año, podría haber sido tolerable, por un mínimo periodo de tiempo. En realidad no solo España, sino Europa, en general, había desmantelado incomprensiblemente su industria de producción de fungibles sanitarios, y lo hemos pagado caro, muy caro. Pero hemos reaccionado, con velocidad y eficacia, y sacrificio. Con inversiones francamente fuertes, costosas. En el caso de FarmaQuivir, estamos en disposición de colocar en el mercado productos que disponen y siguen los estándares más elevados y exigentes, y, a la vez, podemos y queremos hacerlo a un precio competitivo, justo. Esto nunca lo podemos olvidar, forma parte también de la filosofía y el ADN de la compañía.

Las mascarillas quirúrgicas siguen hoy en día con un precio intervenido por parte del Gobierno y con un IVA superreducido del 4%. Pero, ¿es la intervención de precios una situación deseable a largo plazo?

Creo que los empresarios debemos intervenir poco en política. Simplemente buscamos que nuestros dirigentes hagan su trabajo, resuelvan los problemas (que es para lo que los ciudadanos les contratan) y no creen problemas adicionales. No soy, en términos generales, partidario del intervencionismo en la economía y en las sociedades abiertas. Pero hay algo que sí que me resulta verdaderamente molesto, y es que dirigentes, representantes de todos, adopten decisiones sin el suficiente criterio, sin rodearse de los asesores que puedan conocer y dominar la materia y, por tanto, orientar las mejores decisiones para el interés general. Esto en España ha ocurrido, y los efectos han sido muy negativos: políticas y mensajes manifiestamente mejorables, en su fundamento y en su puesta en escena.

Made in Spain. Bajo su experiencia, ¿es España un país para emprender? Háblenos de las motivaciones para ello, pero también de los frenos que se encuentran los emprendedores y empresarios.

Los frenos y los obstáculos, empezando por la segunda parte de la ecuación, son numerosos. En España, emprender es toda una odisea: hay falta de ayudas públicas, de comprensión incluso. No es que sea yo defensor de una iniciativa privada que tenga que contar sí o sí con la espalda del contribuyente, pero la burocracia, que es una auténtica losa, sigue siendo más propia de otros tiempos históricos. La experimentamos y sufrimos continuamente. Y esto, en un mundo rabiosamente digital. ¿Cuál es mi motivación? El para qué, el sentido de los proyectos, el conseguir que estos sean útiles para el bien común, que sean por supuesto rentables… y me motiva cada día que las personas que forman parte de mi compañía, sientan la camiseta y la lleven con orgullo. Creo, modestamente, que en el caso de FarmaQuivir lo estamos consiguiendo, y con creces.

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¿Y cuál es su opinión sobre el talento que tenemos aquí?

Siempre he pensado, y la crisis del COVID-19 no ha hecho sino reforzarme esta idea, que los españoles hemos infravalorado ese talento del que disponemos, y eso ha sido en cierto modo un lastre. He viajado por medio mundo, por todos los continentes, y la consideración que hay sobre nuestros ingenieros o nuestros arquitectos, sobre nuestros ejecutivos, sobre nuestras propias firmas con capacidad exportadora es muy alta. Deberíamos interiorizarlo, no solo saberlo. Creo que aún tenemos que sacudirnos de ciertos complejos y defender con más firmeza nuestra fuerza creativa y nuestra profesionalidad.

¿Quién es Javier Coterillo y cómo definiría su estilo de liderazgo?

Probablemente, en el plano táctico, un liderazgo de mucho nervio y energía. En el plano estratégico, un liderazgo tranquilo, de luces largas, de elevar la vista y tener una visión completa del mapa. Un liderazgo de bajas pulsaciones, a lo Induráin, si se me permite la metáfora. Creo igualmente en que quienes tenemos la responsabilidad de estar al frente de compañías importantes, hemos de ser cada día más inspiradores; no por las cosas que seamos capaces de hacer en sí, sino por el modo en que las abordamos. No soy partidario de la ejemplaridad en el sentido moralista, pero creo que las cosas bien hechas se ven, que los primeros en verlo son tus colaboradores… y pienso, a partir de ahí, que cuando un liderazgo forja un gran equipo, ese equipo adquiere una potencia tal que lo hace imparable.

¿Cómo cree que las empresas, empresarios y directivos han de desarrollar su inteligencia emocional en tiempos de crisis como los que estamos viviendo? ¿Somos los españoles empáticos en este sentido?

No hay día que no trabaje la empatía, que intente llevarla de mi propio carácter al ámbito profesional en el que me desenvuelvo. He acuñado y desarrollado, como coach, el concepto de soft skills, precisamente porque creo que hay un campo y un trecho amplio por recorrer en el mundo de la empresa cuando de aplicar las habilidades blandas se trata. Podemos y debemos cubrir ese hueco, que es intrínsecamente humano.

 

Manuel de los Santos

 

Entrevista incluida en la edición de abril de Agenda de la Empresa