La muestra, ilustrada con poemas de la joven periodista local Carmen Alcázar,  se podrá visitar hasta el próximo 9 de septiembre en el Museo Vázquez Díaz

 

El consagrado pintor nervense Martín Gálvez, afincado desde hace años en la localidad jiennense de Úbeda, expone estos días, -y hasta el 9 de septiembre-, en su tierra, Nerva: ‘Antolojía’,  una muestra retrospectiva que recorre sus más de cuarenta años dedicado al arte.

‘Antolojía’ está compuesta por una treintena de obras distribuidas en dos salas del Museo Vázquez Díaz y que abarcan todas las épocas, técnicas y estilos. De hecho en los cuadros de Martín Gálvez se denota una confluencia piceladas realista e hiperrealista junto con las más impresionista, con ciertos matices pseudocubistas e incluso rozando los límites de la abstracción. La gran fuerza que se percibe de todas y cada una de sus obras proviene directamente del uso magistral que Martín Gálvez realiza con el pincel entre metáforas y símbolos.

 

Y la sinergia casi perfecta de pintura y poesía de sus cuadros, -muy marcada ya desde el título de esta muestra con ese claro guiño al nobel moguereño, Juan Ramón Jiménez- se pone de manifiesto con los versos de la joven periodista Carmen Alcázar (Nerva, 1983) que ilustran cada obra del artista y con la que se ha conseguido descubrir ese “hueco entre cuadro y cuadro”, su intrahistoria, en una intercomunicación constante entre ambas artes.

 

De esta manera , tras la figura del pintor Martín Gálvez (Nerva, 1957) se esconde el perfil de toda una vida dedicada por entero al Arte. De hecho, como él mismo cuenta, con apenas 4 años pintarrajea todos los bocetos de su padre Félix Martín Acemel, pintor rotulista, y a los 7, incluso realiza su primera muestra doméstica.  En esos primeros años, Martín Gálvez ya conoce y admira a grandes pintores nervenses, amigos de su padre, como Monis Mora, Manuel Fontenla, Manolo Vázquez, algunos maestros suyos que dejarán huella en su pintura, así como Hermenegildo, Gilberto Benítez, el gran Pascual y sobre todo José María Labrador.

 

Siendo tan sólo un adolescente, al calor de la libertad que respiraba en la Escuela de la SAFA en Riotinto, cuando aún era tabú, nace ‘Mi Visión del Mundo’, un ambicioso proyecto dispuesto en una trilogía mural que representaba “la visión del mundo que nos habían vendido: toda la culpa es del hombre y todo lo bueno es de Dios”. Rebelde e inconformista, forma parte de la llamada Revolución del Silencio”,  o el Club de pintura ‘A pique’ que él mismo crea en la década de los ‘70 en los Colegios Mayores Alcaide Astúñiga y Vélez de Mendoza en La Rábida, Huelva. Lleva afincado en Úbeda desde hace años, aunque se confiesa enamorado de la Cuenca Minera de Riotinto que le vio nacer y de los recuerdos de Naya, de La Mina Pueblo y todo el entorno minero.

 

Asimismo, su magnífico currículum lo compone una lista interminable de exposiciones individuales y colectivas a lo largo y ancho del territorio nacional y más allá de nuestras fronteras, salpicados por algunos premios que certifican su buen hacer con el pincel. Algunas de sus obras forman parte de colecciones privadas y fondos de museos.