Actualmente las políticas activas de empleo son llevadas a cabo tanto por las diferentes Administraciones Públicas como por las agentes económicos y sociales. Aunque las directivas son marcadas por la Estrategia Europea de Empleo y la experiencia llevada a cabo en la gestión de proyectos financiados principalmente por el Fondo Social Europeo en los últimos veinte años. Esta experiencia nos debe de servir ante el nuevo escenario marcado tanto por las altas tasas de desempleo, como por la escasez de recursos económicos, para plantear una estrategia eficaz y eficiente en pos de la creación de empleo.

En primer lugar, habría que luchar contra el fracaso de la formación reglada y mantener la tasa de abandono escolar por debajo del 10%, en Andalucía esta entorno al 37%. Así como lograr que al menos un 40% de las personas de edades comprendidas entre 30 y 34 años completen la educación superior. Pero la formación reglada no puede ser el único objetivo en pos de la creación de empleo, pues hay que reconocer sus insuficiencias debido a sus rigideces que le impiden tanto adaptarse a las nuevas exigencias del mercado de trabajo como a las características psicosociales de ciertos colectivos con dificultades de acceso al mercado laboral. Dentro de estos se encuentran grupos que incluso no han completado la educación obligatoria y que a corto plazo tienen dificultades para la terminación de su formación por la necesidad de un trabajo inmediato, así como la escasez de habilidades para llevarlo a cabo. Por todo ello, además de un plan de reincorporación a la formación reglada, hay que ofrecer una formación para el empleo adaptada a éstas personas que responda a un tiple reto: una exigencia mínima formativa equivalente al certificado de escolaridad o por lo menos a un cierto nivel de lectoescritura, la adaptación a sus características psicosociales y finalmente que responda a una necesidad real de mercado. Aunque los perfiles profesionales que cumplen con esa tiple exigencia son oficios de baja cualificación, sí pueden ser una solución frente a otras alternativas perores como son la exclusión social.

Además de dar solución a estos grupos con dificultades de acceso al mercado de trabajo, las políticas activas de empleo en general deben de dar respuesta a un tiple objetivo:
1. Ofrecer una formación complementaria a la formación reglada existente, acorde a las necesidades reales del mercado de trabajo, coordinadas y adaptadas a los certificados de profesionalidad.

2. Superar el concepto de formación en el aula y ofertar una formación real en las empresas y entidades a través de la realización de prácticas profesionales.

3. Ofertar un servicio de orientación profesional que tenga en cuenta las exigencias del mercado de trabajo, junto a las aptitudes y actitudes del demandante de trabajo. Así como una concepción integral del itinerario laboral.

En definitiva, la creación de empleo pasa, aunque es obvio, por afrontar tres retos: crear empresas que creen empleo, eliminar los desajustes entre la oferta y la demanda de trabajo y finalmente afrontar el reto de la competitividad de la economía española. Que pasa en primer lugar, por tener a personas trabajadoras más eficientes y cualificadas; y por otra, eliminar nuestro principal lastre que no es otro que nuestras altas tasas de desempleo.

mariofuentesr@wanadoo.es