En los últimos meses el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha llamado la atención del gran público debido a la destitución de su director general, Dominique Strauss-Kanh (sustituto de Rodrigo Rato) acusado de violación y el nombramiento de la primera mujer al frente de este organismo, Chistine Lagarde. Por otro lado, la relevancia que está adquiriendo el Fondo en la nueva arquitectura económica internacional, ya que constituye uno de los instrumentos imprescindibles para hacer frente a la crisis que atraviesa la economía mundial y la europea en particular: el Fondo ha ayudado al rescate de las economías de Grecia e Irlanda.

El FMI ha conseguido mantener hasta nuestros días a pesar de que la realidad económica actual se parece poco a aquella para la cual fue diseñado. El Fondo ha demostrado una importante capacidad de adaptación, aunque sería deseable que reaccionara con mayor rapidez frente a estos cambios. Es evidente que este organismo ha cometido algunos errores en sus actuaciones en las dos últimas décadas pero está realizando un esfuerzo por aprender de los mismos e incorporar esas lecciones a sus políticas. No obstante, aún debe afrontar retos importantes, entre los que destacan decidir exactamente qué papel quiere cumplir dentro del sistema monetario y financiero internacional, así como actualizar su reparto de poder interno entre los países desarrollados y los emergentes.

El FMI nació en la Conferencia de Bretton Woods (EE.UU) en 1944 donde se creó la nueva arquitectura económica para regir la postguerra: Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el propio Fondo. A pesar de haber transcurrido casi 66 años desde su creación y de haber aumentado el número de los 45 reunidos entonces hasta los 184 miembros en la actualidad, los objetivos formales del Fondo, y recogido en el articulado de su convenio constitucional no ha sido modificado: a) fomentar la cooperación monetaria internacional; b) facilitar la expansión y el crecimiento equilibrado del comercio internacional; c) fomento de la actividad cambiaria y d) establecer un sistema multilateral de pagos. Sin embargo, esto no significa en absoluto que la actividad del Fondo no haya cambiado.

En realidad el Fondo ha cambiado su forma de actuar de manera notable, intentando adaptarse a los profundos cambios experimentados por la economía mundial. De este modo ha logrado garantizar su supervivencia y adquirir una mayor relevancia internacional.

En un momento en que la economía mundial se halla inmersa en la peor crisis registrada en muchas décadas, el Fondo se ha implicado en numerosos frentes para brindar respaldo a sus países miembros, incrementando sus préstamos, su experiencia en diferentes países para prestar asesoramiento sobre soluciones de política económica e implementando reformas orientadas a modernizar sus operaciones y responder mejor a las necesidades de los países.

Sin embargo, sus políticas no han estado exenta de críticas, en especial, las relacionadas con los países en vías de desarrollo, tanto en relación con su deuda externa como el otorgamiento de nuevos créditos y, el efecto que ésta ha causado, especialmente en la distribución de los ingresos y en los perjuicios a la política social.

Europa necesita ahora más que nunca de la ayuda y el asesoramiento del Fondo ya que el futuro de la moneda única (euro) se encuentra cuestionado y las economías periféricas de Grecia, Irlanda y Portugal rescatadas. Por tanto, el Fondo es una pieza importante para salir de la crisis económica y un apoyo fundamental para la economía europea.

juan.rodriguez@uca.es