Desde sus orígenes modernos que datan de las reglas de funcionamiento de la Cooperativa de Rochadle en 1844 hasta nuestros días, la Economía Social es un término vivo y en constante evolución. Pero cuando hablamos de Economía Social no todo el mundo se refiere a la misma cosa. Es por ello que me gustaría reflexionar sobre esta concepción abordándola desde distintos puntos de vista, siguiendo un criterio de lo más restringido a lo más general, atendiendo a los siguientes puntos de vista:

1. La forma jurídica. Es el más utilizado tanto por los diferentes expertos, como por la mayoría de las instituciones públicas. Entendiéndose dentro de éste grupo a las cooperativas y a las sociedades laborales.

2. El economicista. Los factores productivos: capital y trabajo tienen los mismos dueños. Es decir, las personas trabajadoras tienen también en su mayoría, la propiedad de la organización. Si nos atendemos a este criterio, además de los anteriores tipos de empresas, habría que añadir a los/as autónomos/as, las sociedades civiles de carácter mercantil y algunas sociedades limitadas de ámbito familiar.

3. Su fines. Son organizaciones que tienen una finalidad más social que económica. Este grupo lo conformarían las ONGs, fundaciones, empresas de inserción y demás entidades sin ánimo de lucro.

4. La cooperación. La conformarían las uniones de personas y organizaciones que ponen en común su esfuerzo individual para lograr un fin común. Ésta sería la acepción más amplia, pudiendo comprender todas las anteriores y además cualquier tipo de asociaciones de personas físicas y jurídicas, cuya finalidad sea la cooperación.

He querido dejar fuera conscientemente de estas clasificaciones, a las entidades de crédito que tradicionalmente se han encontrado incluidas dentro del concepto de economía Social, como son las cajas de ahorro y las cooperativas de crédito. Estas entidades dada la situación actual de competitividad y reestructuración en la que se encuentra el mercado financiero, creo que se encuadran más en la economía puramente mercantil que en la social.

Sea cual fuere el concepto de Economía Social, ésta cobra gran importancia tanto para la economía como para la sociedad. En una socioeconomía globalizada y mercantilizada donde predominan los valores y los esfuerzos individuales frente a los colectivos, y el beneficio económico frente al social. En un contexto donde los poderes públicos cada vez menos pueden cubrir esa demanda que la ciudadanía no encuentra en el mercado. La economía social se convierte en un instrumento fundamental para que la sociedad civil responda e introduzca los valores de la colectividad, el esfuerzo común y la solidaridad. Es por ello y por su valor geoestratégico y socioeconómico que necesita del apoyo de todos los andaluces y andaluzas.