En la situación socioeconómica en la que nos encontramos los gobiernos y la sociedad en general tendemos a preocuparnos y a defender problemas muy individuales: mis bancos, mis empresas, mi economía, mi casa. Y sí, el mundo desarrollado esta pasando una profunda gripe. Pero no debemos olvidar que el mundo en vías de desarrollo esta todavía peor y que hay problemas que nos afectan a todos, entre los que destacaría:

a) El deterioro de zonas de alto valor medioambiental, debido principalmente al desplazamiento o destrucción de comunidades y culturas locales que sí poseían unas economías compatibles con la conservación de sus ecosistemas.

b) La aparición de movimientos migratorios, desde los países subdesarrollados a los países desarrollados. Motivados además de la pobreza, por la culturización occidental realizada a través de los medios de comunicación globales, sobre todo la televisión, y el desarraigo de las comunidades locales que ya no poseen los mecanismos de defensa de antaño.

c) La existencia de una economía ilegal global. La pobreza y la desaparición de los sistemas de organización y control local, provocan la aparición de organizaciones delictivas que generalmente ayudados por las tecnologías de la información actúan a escala global. Las mafias organizadas, la prostitución, el narcotráfico, el tráfico de armas y el terrorismo, están no sólo tomando un importante poder político en los países desarrollados, sino que se están convirtiendo en unos de los principales beneficiarios de la globalización económica, amenazando también al bienestar y la estabilidad de las Comunidades Desarrolladas.

Por todo ello, hay que apostar por una política decidida de desarrollo endógeno y sostenido en pos de los países menos desarrollados, primero por verdadera justicia y solidaridad, y no para callar nuestras conciencias; y segundo, por propio egoísmo, ya que la globalización está provocando también la mundialización de los problemas, amenazando la calidad de vida de nuestras privilegiadas Sociedades del Bienestar.

En estos momentos al G-8, a la Unión Europea y a otros organismos internaciones les cuesta ponerse de acuerdo para solucionar otros problemas globales como la crisis financiera mundial o el precio de las materias primas. Pero hay que confiar en que las soluciones nacionales nos son la mejor receta para afrontar esta situación. Y por supuesto, echo de menos al FMI, el Banco Mundial, la ONU, organismos que han sido los responsables hasta ahora de trasmitir esa mirada global mas allá de los países desarrollados, planteando acciones mundiales conjuntas.

La crisis actual que estamos sufriendo no nos debe hacer perder la perspectiva que a largo plazo hay personas en otros lugares que no van a tener posibilidades de superarla y que sus dificultades no tienen comparación con las que actualmente estamos padeciendo.