Antonio Moreno Andrade, presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía

 Presentación de Guadaliuris en el Colegio de Abogados de Sevilla el 25/10/2012

Asisto encantado a este acto constitutivo de Guadaliuris, cuya naturaleza y fines acabo de conocer en palabras de los ideólogos que lo propugnan. Vengo contratado en virtud de sustitución, situación muy frecuente cuando la temporada taurina comienza a declinar, pues el diestro titular, don Guillermo Jiménez Sánchez ha presentado el preceptivo certificado médico. Lo hago por ello doblemente complacido, aunque la circunstancia nos priva a todos de la presencia y la palabra de un maestro auténtico y un amigo cabal.

Siempre he dicho que los verdaderos enjuiciadores de los jueces son los abogados. Es por ello que cuando Giner de los Ríos hablaba de la Administración de Justicia y decía que de ella debía huir cualquier hombre sensato, no sólo se refería a los jueces sino también a sus más directos colaboradores y censores, los letrados.

Las encuestas hablan del prestigio de la Justicia, y entendiendo necesariamente esta conjunción juez-abogado, me acuerdo siempre de las Ordenanzas de Bilbao, de 1737, en las que se decía que las cuestiones de comercio se resolverán al “estilo de mercaderes”, proscribiendo la presentación de “escriptos i libelos de letrados, que hacen los pleitos inmortales en gran daño i perjuicio de la mercadería”. Lo traigo a colación por enfatizar la gran familia que todos constituimos ya que, como decía Santos Disépolo, con algo de vulgaridad en su expresión mas con acierto indudable, “vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseaos” (Léase Cambalache, tango musicado por mi admirado Joan Manuel Serrat en 1984).

Hace casi cuarenta año que transito la vida enrolado en es singladura de procurar administrar justicia. Comencé en un juzgado de aquellos que en tiempo denominaron de entrada. Procurábamos allí una justicia cálida, artesanal, en equipo. Allí conocí insignes letrados sevillanos, muchos de ellos desaparecidos y de todos aprendí la nobleza de una profesión imprescindible parala sociedad. Esteconcepto de Justicia ha ido evolucionando por derroteros que no siempre han mejorado cuanto había. Hoy nos vemos menos, conversamos menos, nos amigamos menos, lo que ha contribuido a configurar en nuestro ámbito un automatismo frío y excesivamente formalista, privando a nuestra relación de humanidad y cercanía personal, a cambio de ofrecernos una vertiginosa comunicación a través de autopistas virtuales no siempre fieles…

Es por ello que me congratula que los abogados, colectivamente agrupados, se unan en defensa de intereses legítimos, siempre que sus anhelos, logros y manifestaciones lo sean con lealtad a la Jurisdicción y a la institución colegial. No me cabe la menor duda de que así se ha concebido este proyecto. La defensa de señas de identidad y rigor profesional nos sitúa ante metas de excelencia y ejemplaridad de las que nuestra sociedad se halla francamente necesitada.

Llevo 8 años en la Sala de Gobierno del TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE. Una de las atenciones frecuentes que allí consideramos se refiere a expedientes de absurdo desencuentro, de impostura a veces, de falta de tolerancia y de educación en todo caso. Nadia asume con corrección su estricto rol en el proceso, ni el Juez ni el Abogado y convertimos nuestra relación en un permanente y perverso pugilato, que nada ayuda a la causa de la Justicia ni a la relación impersonal entre compañeros.

Invito por ello a estas agrupaciones de abogados a que luchen por este mutuo respeto institucional, divulgando las esencialidades de nuestras profesiones y la proscripción de sentirnos distintos cuando a todos nos une un objetivo final excelso y subyugante, como es el logro dela Justicia. Créanmeque es ello posible y me tienen a su disposición para esa tarea. Así le llevaremos entre todos la contraria a mi admirado Azorín, cuando decía: La Justicia, la Justicia pura, limpia de egoísmos, es una cosa tan rara, tan espléndida, tan divina, que cuando un átomo de ella desciende sobre el mundo, los hombres se llenan de asombro y se alborotan.

Me siento en este Colegio siempre en mi casa, no soy nunca un extraño ni equivoco mis pasos cuantas veces me acerco a su sede. Me precio de ser letrado, amigo de letrados y padre de letrados. Me siento con usted orgulloso de la noble profesión que ejercen y les deseo en esta aventura todo tipo de éxitos.

Es preciso que se sientan orgullosos de cuanto hacen con dignidad y entrega en la defensa de intereses merecedores de protección. Sientan profunda, íntimamente la satisfacción de lo que procuran.

Nuestro gran Krausista Joaquín Costa decía malévolamente: Siendo abogado en España, se puede ser de todo, hasta Reina Madre.

Pues que así sea. Muchas gracias.