El paro y la situación económica son de lejos las principales preocupaciones de la sociedad andaluza en los últimos años, según todos los sondeos de opinión, que también muestra el deterioro de la credibilidad política asociada inevitablemente a la crisis económica

El sociólogo Fermín Bouza ha puesto de manifiesto que el escepticismo ante la clase política crece cuando hay problemas económicos. La economía es un factor fundamental de la democracia y si la opinión empeora se crea mucha desafección política y quien lo paga es la fe de una parte de la ciudadanía en las libertades y en la democracia.

La naturaleza de los problemas de la economía andaluza subyacente en su realidad social y económica son problemas que hunden sus raíces en un largo proceso histórico que ha dado como resultado una determinada manera interna de funcionar a la vez que un modo de articulación con el exterior que define para la economía andaluza unas funciones dentro de la visión espacial del trabajo, lo que condiciona sus relaciones económicas con la economía española e internacional. Son obstáculos (desigual distribución de la tierra; escasa articulación territorial entre sus diversas provincias, en especial entre los territorios interiores y franja costera; baja productividad; escaso empuje empresarial; y débil I+D+i empresarial; relación desigual de Andalucía con los centros económicos de España; débil sector exterior y escasa especialización con bajo valor añadido, etc.) que no solamente revisten gravedad por su agudeza sino también por su naturaleza, que va más allá de los simples desajuste o arritmias coyunturales, para insertarse en las formas de agrupación empresarial, producción, distribución y control de los recursos y la riqueza.

La situación por la que atraviesa en la actualidad la economía española, y en mayor medida la andaluza, es crítica, lo que unido a los problemas estructurales, han acentuado, aún más, la situación socioeconómica de su economía y su tejido productivo. No sólo debido a la elevada tasa de paro, al colapso de numerosos mercados y sectores y a un estancamiento generalizado de la actividad económica. A todo este cúmulo de problemas hay que añadir otro que viene siendo acuciante en los últimos meses y que puede dar al traste con las posibilidades de recuperación económica. Nos referimos a la crisis de la deuda soberana y bloqueo del mercado de capitales, lo que dificulta la financiación de la Administración central y autonómica y de las empresas españolas que tienen que pagar un mayor interés por su financiación.

Junto a las elevadas tasas de paro, el sector industrial y de la construcción han registrado descensos considerables; mientras que el sector servicio muestra cierta atonía que no compensa las pérdidas registras en el sector secundario y de la construcción. El turismo parece querer recuperarse (la crisis del norte de África ayudará a su recuperación) y el sector agrícola presenta crecimientos anodino y el sector exterior es relativamente pequeño y con una economía menos abierto que la media nacional, lo que no contribuye a mejorar el escaso crecimiento de la economía andaluza.

La economía y el tejido productivo andaluz debe de afrontar con prontitud y seriedad la naturaleza de sus problemas estructurales y coyunturales (sobretodo el paro y su baja productividad y falta de competitividad) y concebir un conjunto de intervenciones coordinadas desde el que se replantee el propio funcionamiento de la totalidad de sus estructuras y mejorar su modelo productivo para ganar competitividad. Este esfuerzo debe ser llevado a cabo por el conjunto de la sociedad andaluza e implementado por la administración andaluza.