La recesión que golpea a la economía española vino a truncar una exitosa racha de catorce años de crecimiento del PIB, que crecieron a tasas muy superiores a la de los socios europeos. Este boom económico se basó en gran medida, en el dinamismo del sector inmobiliario. Eran años en los que en España se construían tantas viviendas como en Francia, Alemania y Reino Unido juntas. En su momento más alto, el sector llegó a representar más del 12% del PIB, el doble de la media europea. La crisis financiera mundial estalló al mismo tiempo que la burbuja de la vivienda en España, lo que hizo más dramático el ajuste del sector inmobiliario.

Nunca una crisis desencadenó tantas crisis ni de tan profundo calado. Nunca nadie imaginó que unos miles de préstamos mal concedidos podrían degenerar en una crisis tan severa como la del 29. Nunca antes una crisis había hecho saltar por los aires tantos valores que parecían asentados y válidos para evitar una  gran crisis: libre mercado, capitalismo, confianza, buen gobierno, globalización, supervisión y regulación. Siete valores capitales que también están en crisis.

El Gobierno busca ahora una salida a la crisis impulsando un nuevo patrón de crecimiento (Ley para la Economía Sostenible) menos dependiente del sector inmobiliario, que apueste por las actividades con mayor valor añadido, lo que exige, sin duda, fomentar la formación, y mostrar más cuidado por el medio ambiente y la eficacia energética. Pero este es un proceso que genera muchas preguntas e incertidumbres. ¿Cómo se cambia un modelo productivo? Ello requiere de un esfuerzo en muchos ámbitos y de coordinación de las distintas administraciones y agentes sociales, que va más allá de aprobar una ley en las Cortes. España en el pasado ha podido cambiar su modelo productivo. España era un país agrícola y pobre en los años cincuenta y desde entonces no ha hecho otra cosa que cambiar su modelo. La clave se llama liberalización: Plan Ullastres de 1959; Plan Boyer en 1984 y Plan Solbes-Rato en 1994 y 1996.

Pero junto al radical cuestionamiento del modelo de desarrollo vigente durante los últimos años del pasado siglo y los primeros de éste en España, también se ha puesto en evidencia la falta de carencias, límites y riesgos que presentan tanto los mercados, las instituciones, el tejido productivo y la propia sociedad. El tránsito hacia un modelo de crecimiento en el que prime la productividad y la innovación exige de las empresas, de su propiedad y de sus directivos, un compromiso de urgencia, debido, especialmente, a la concurrencia de los factores exógenos y endógenos de la crisis que atraviesa la economía español. La revisión crítica de productos y procesos constituye un deber inmediato e ineludible para cada empresa. Es necesario buscar alternativas a las áreas de actividad económica que se ha visto afectadas por la crisis y que presumiblemente no van a recuperar su peso en el tejido productivo (caso de la construcción), debiéndose incentivar nuevas actividades, con más valor añadido, alta productividad, tecnología, conocimiento y capacidad exportadora.

En el caso de Andalucía, en particular, y de España en general, a este contexto general de crisis se le han unido varias peculiaridades como escaso espíritu emprendedor, serios problemas de competitividad fruto de las débiles dotaciones de capital humano y tecnológico en relación a los países más avanzado del mundeo y un entorno institucional con notables carencias para estimular la productividad: administración de justicia, mercado de trabajo, entramado normativo del Estado Autonómico, etc. En consecuencia, el modelo de crecimiento imperante en los últimos lustros en Andalucía ha sido más extensivo (turismo y construcción) que intensivo. Más basado en la acumulación de factores productivos del trabajo que en el incremento de la productividad. La economía andaluza tiene un gran problema que condiciona su futuro: la competitividad, que repercute, seriamente, en su déficit exterior. Andalucía tendrá que adoptar un modelo de desarrollo competitivo, no como el de los países emergentes (China e India), sino como el de los países de la Unión Europea, EE.UU. y Japón. El cambio de modelo productivo no es fácil realizarlo debido a las resistencias de los distintos agentes económicos que tienden a seguir con la misma trayectoria de los últimos años. Tampoco se puede hacer por Decreto o Leyes sino por la mejora de la gestión de los factores que incrementen la productividad. Los factores que pueden incidir en la misma son el capital humano, capital físico, capital productivo (infraestructura), I+D+i, el mercado de trabajo, mercado de la energía, liberalización de los mercados de bienes y servicios y Administración Pública.

La recuperación económica de la economía andaluza dependerá entre otros factores del restablecimiento del espíritu emprendedor y de su potenciación, tanto a nivel educativo y cultural, como en el ámbito de la empresa y actuación de las distintas administraciones que concurren en el nacimiento de cualquier proyecto empresarial.

Existe un reconocimiento bastante generalizado que la estrategia más adecuada para afrontar la recuperación económica debe de incluir una amplia dosis de reformas estructurales, con el fin de intentar, por un lado, un adecuado aprovechamiento de las oportunidades que se presenten con el inicio de la recuperación y, por otro, impedir que situaciones como la actual pueda volver a repetirse en el futuro: simplificación de la tramitación para la creación de empresas (ventanilla única); mejorar la productividad y competitividad; eliminar las rigideces en algunos mercados estratégico como el del trabajo; mejorar la reducida capacidad empresarial; reducir el fracaso escolar; aumentar el peso del sector privado y mejorar el sector industrial con apoyo del I+D+i.

Por tanto, para retomar esta situación de crisis e incertidumbre de la economía andaluza de cara al 2010, la Junta de Andalucía, con su presidente al frente, debe de consolidar un marco de diálogo y colaboración entre las distintas fuerzas políticas, sociales y agentes económicos que conforman el tejido productivo andaluz para optimizar la utilización de los recursos públicos y procurar el clima adecuado para llevar a cabo las reformas estructurales (mejor funcionamiento y coordinación de las administraciones públicas; búsqueda de un nuevo marco de relaciones laborales; políticas activas de empleo y formación continuada; mejor funcionamiento del mercado de la vivienda y liberación que permitan una mayor competitividad; mayor coordinación entre el sector público y privado; apoyo a los emprendedores; mayor gasto en I+D+i tanto en el sector público como privado; sostenibilidad medioambiental; redimensionamiento del sector financiero  etc.) necesarias que permitan ofrecer la confianza que la economía andaluza necesita para salir de la crisis. La receta ante la crisis en el próximo año 2010 debe enmarcarse dentro del esfuerzo colectivo que debe de realizar la totalidad de la sociedad andaluza.