La actividad humana e industrial (consumo de combustible fósiles) ha producido que la capa de gases de invernadero que rodea a la Tierra sea más gruesa. Este aumento ha producido un incremento de  la temperatura y que se  altere la compleja red de sistema que hace posible la vida en la Tierra, como la cubierta de nubes, las precipitaciones, las pautas de los vientos, las corrientes oceánicas y la distribución de las especies vegetales y animales. Los efectos de este cambio empiezan a notarse en la vida cotidiana de los habitantes del planeta.

La cuestión del cambio climático y sus consecuencias económicas, sociales, ambientales… es uno de los temas más acuciantes que tiene planteado la humanidad en el presente siglo. La ONU ha tomado conciencia del problema y se ha implicado a fondo, organizando la Cumbre del Cambio Climático de Copenhague, el próximo mes de diciembre, donde se debatirá acerca de las acciones a tomar después de 2012, cuando expira el primer periodo de cumplimiento del Protocolo de Kioto. Antes de llegar a Copenhague los delegados de los 192 países intentarán llegar en Barcelona a un preacuerdo.

La conciencia medioambiental del planeta se puso de manifiesto en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, celebrada en 1992, y que entró en vigor en 1994. Son miembro de la misma 188 países y en 1997 aprobaron en Kioto (Japón) el protocolo de la convención.

Muchos ciudadanos comprometidos con el medio ambiente se preguntan si es posible que el mundo se ponga de acuerdo ante una amenaza ambiental y decida cambiar los procesos industriales. Aunque conseguir un acuerdo mundial que reduzca las emisiones de gases invernadero parece utópico, podemos afirmar que ese compromiso se ha conseguido. En 1987 la ONU logró el  Protocolo de Montreal para proteger la capa de ozono. Con este acuerdo se ha dejado de generar el 97% de las sustancias que dañaban la capa de ozono, como los CFC, usados hasta los noventas en neveras, aerosoles, aíres acondicionados, etc. Con ello la capa de ozono volverá entre 2050 y 2075 a los niveles previos a los ochentas.   

El protocolo de Kioto establece que los países desarrollados reduzcan entre los años 2008 y 2012 sus emisiones de efecto invernadero en un 5,2% como media respecto al nivel de 1990. Los países de la UE se comprometieron a bajarlas un 8%, Japón en un 7% y EE.UU. en un 6%. También se habilitaron mecanismos para ayudar a cumplir con las obligaciones como el comercio de emisiones y los proyectos conjuntos entre países desarrollados o entre éstos y los que están en vías de desarrollo.

Los resultados y los compromisos adoptados en Kioto no han sido respetados por los países firmantes del protocolo y la cuestión medio ambiental se ha deteriorado considerablemente. Los expertos en cambio climático (Oficina Meteorológica del Reino Unido) ya dan por seguro que las temperaturas del planeta aumentarán dos grados y creen que la lucha debe centrarse en evitar que se llegue a los cuatro a final del siglo XXI. Este aumento tendrá enormes consecuencias para el suministro de alimentos, el acceso al agua potable y la salud.

Por tanto, la Conferencia del Cambio Climático de Copenhague, que se celebrada los días 7 al 18 de diciembre y  patrocinada por la ONU, se presenta como la última oportunidad para modificar y cambiar los modelos industriales y energéticos de la humanidad, haciéndolos más compatibles con el medio ambiente. Esta conferencia debe negociar el protocolo que sustituya al de Kioto a partir de 2012. Esta es la XV conferencia y la última antes de que se decida el nuevo acuerdo internacional y jurídicamente vinculante que obliga a las naciones a reducir sus emisiones de gases efecto invernadero (entre un 25 y 40 % con respecto a los niveles de 1990) hasta el 2020 para evitar un aumento de dos grados en la temperatura promedio mundial.