Los optimistas nos decían que no había burbuja inmobiliaria y que en el caso de que la hubiere, no explotaría; y que de explotar, no tendría consecuencias económicas sobre el empleo, las rentas y el valor de los inmuebles, porque los fundamentos del crecimiento económico eran muy sólidos. Finalmente, la burbuja explotó. El epicentro fue en EEUU, pero sus efectos han llegado hasta nosotros. Y, contrariamente a lo que nos decían, ha tenido consecuencias sobre el sistema financiero, y ahora amenaza con tenerlas sobre la economía, con una recesión económica más o menos graves.

Durante los últimos 14 años de bonanza económica, algunos economistas afirmaron que las crisis económicas y los ciclos económicos habían desaparecidos debido al buen funcionamiento de los mercados y de las instituciones económicas. Pero nada más lejos de la realidad. La crisis de las hipotecas basuras desencadenada en agosto de 2007 en los EEUU y su extensión al sistema financiero mundial ha puesto de manifiesto, una vez más, que los ciclos económicos existen. Y sus procesos de desarrollo siguen pautas comunes. Una innovación genera expectativas de fuerte crecimiento de la economía y de alta rentabilidad, atrayendo capitales, buena parte de los mismos financiados por el sistema crediticio. Y todo ello impulsado por unas condiciones monetarias, tanto en cantidad como en coste, muy favorable. En cada uno de los ciclos económicos la naturaleza de la innovación ha sido distinta: en este caso, financiera, en concreto, la transmisión del riesgo de crédito de los préstamos hipotecarios, sumada al desarrollo de productos financieros vinculados a este riesgo.

Como consecuencia de las incertidumbres económicas por la que atraviesa la economía mundial, las bolsas sufrieron, el martes 5 de febrero, un crack bursátil mundial, donde todas experimentaron fuertes descenso, siendo la bolsa de Madrid la que registró el descenso más acusado: Madrid -5,19%; Helsinki        -4,62%; Mexico, -4,56 %; Paris,             -3,96%; Francfort, -3,36%; Amsterdan, -3,34% y Nueva York/Nasdaq, -3,08%. Los mercados de valores vivieron una situación caótica ante la sospecha de muchos analistas e inversores de que las medidas recientes adoptadas para frenar la entrada en recesión de la economía estadounidense se han tomado demasiado tarde. El índice de la bolsa de Madrid (Ibex 35) perdió 5,19 % en la que es la segunda caída en importancia de este año, siendo los valores bancarios y las constructoras la que experimentaron las mayores caídas, lo que indica que el temor de los inversores continúa centrado en esos sectores y que de paso, no han servido de nada los esfuerzos por demostrar que la economía europea podía superar la crisis sin muchos problemas. La situación vuelve a traer una lectura muy compleja, ya que los problemas principales continúan estando en EEUU, pero las repercusiones son más fuertes en los mercados europeos, en general, y en el español, en particular.

Ante las incertidumbres económicas y el miedo a la recesión de los EEUU se ha reunido el G-7 (las 7 mayores economías) en Tokio para analizar la situación actual de la economía mundial. Esta cumbre levantó un elevado interés ante la actual situación económica, con una crisis crediticia en los EEUU que amenaza con arrojar al país a una recesión que acabe lastrando el crecimiento global. El G-7 cree que la situación económica actual es más incierta que la de octubre de 2007 y que puede producirse aún un mayor deterioro en el sector de la vivienda en EEUU., lo que lleva meses arrastrando a la baja a las bolsas de todo el mundo. El G-7 propone una mayor cooperación entre las distintas economías para atajar los problemas financieros.

Otra institución que ha manifestado preocupación por la marcha de la economía mundial, ha sido el Foro Económico de Davo (Suiza) en su reunión anual. Algunos analistas piensan que esta situación económica no es sólo una crisis, sino que vivimos un cambio sistémico.

Otra de las incertidumbres con la que se enfrenta la economía mundial es la desigual respuesta y a la forma de enfocar lo que está pasando tienen los bancos centrales: la Reserva Federal Norteamericana (FED) y el Banco Central Europeo (BCE). Estas dos instituciones dan respuestas distintas para cumplir con la que respectivamente entienden es su principal misión. La FED y el BCE adoptan posturas contrapuestas frente a las turbulencias e incertidumbres que se han adueñado de la economía mundial. Una asimetría que, entre otras cosas, ha añadido vivacidad a las objeciones al papel de la autoridad monetaria. Las diferencias de estrategia son claras: la FED baja los tipos de interés para activar la economía norteamericana, mientras que el BCE mantiene inalterable los tipos de interés para estabilidad a los precios y frenar la inflación.

Por tanto, los distintos agentes económicos mundiales e instituciones deberán de esforzarse en transmitir transparencia y confianza a los mercados bursátiles y en coordinar las políticas económicas para salir conjuntamente del ciclo descendente en el que nos encontramos.

juan.rodriguez@uca.es