Al igual que una moneda, la economía andaluza tiene dos caras. Una cara muestra la bonanza económica de su economía. La buena marcha de la economía andaluza en lo que va transcurrido del 2006 viene a confirmar que Andalucía va a seguir instalada por duodécimo año consecutivo en el ciclo de crecimiento largo que se viene observando desde 1994.

La economía andaluza viene experimentando tasas de crecimiento de su Producto Interior Bruto (PIB) superiores a la que registran la economía española y la zona euro. Este resultado permite a Andalucía seguir avanzando en el proceso de convergencia real con respecto a la Unión Europea. Estos positivos resultados se han trasladado al mercado laboral, donde se mantiene un fuerte ritmo de creación de empleo, superior a la media nacional, acompañado de una intensa incorporación de activos y una constante reducción del número de desempleado.

No debemos olvidar que Andalucía es una economía ultraperiférica ‘de hecho’ respecto a los grandes ejes de desarrollo europeo y ello condiciona, decididamente, su competitividad y su productividad.

La otra cara de la economía andaluza son sus desequilibrios estructurales que frenan la puesta en marcha de un nuevo modelo de crecimiento:

* Bajo nivel de producción y de renta per cápita. Representando el 18 % de la población española, Andalucía viene aportando sólo el 14 % del PIB nacional y ocupa, con Extremadura, los últimos puestos entre las 17 Comunidades Autónomas en término de renta per cápita.

* Reducida productiva. Motivada fundamentalmente por la desequilibrada estructura productiva, la menor dotación de capital y la deficiencia organizativa de la producción y de la distribución en ciertas ramas de la producción.

* Poca ocupación y elevado desempleo.

* Deficiente especialización sectorial. La escasa industrialización y el excesivo peso del sector primario y de la construcción definen la estructura productiva de nuestra región.

* Escasa dotación de capital físico y humano. A pesar de los avances experimentados en estos últimos años, Andalucía se encuentra aún por debajo de la media española en cuanto a dotación de importantes infraestructuras; siendo también inferiores los niveles de cualificación de la población ocupada.
* Marcadas diferencias intraregionales. En Andalucía se manifiestan importantes desequilibrios socioeconómicos. Las desigualdades de renta y empleo son muy acusadas, sobretodo si comparamos algunas comarcas del litoral con otras del interior.

El modelo de crecimiento económico andaluz puesto en marcha en estas dos últimas décadas, basado en el consumo familiar, el turismo y la construcción, empieza a mostrar síntomas de agotamiento. Por tanto, la economía andaluza, para seguir creciendo y convergiendo con las economías más productivas de la Unión Europea debe de buscar nuevas bases que incrementen la productividad a través del capital humano y tecnológico. Este nuevo modelo se debe centrar en cincos pilares fundamentales:

* Aumento de la investigación, desarrollo e innovación como bases para un crecimiento sostenido y una mayor competitividad del tejido productivo andaluz, con una mayor interconexión entre la Ciencia y Empresa.

* Aumento de la capitalización del tejido productivo a través de la inversión en nuevas tecnologías y una mayor organización empresarial que permita a la economía andaluza ganar competitividad.
* Una apuesta decidida por parte de las Administraciones Públicas por la inversión en infraestructuras, especialmente, las interconexiones de los grandes ámbitos urbanos y de la mejora de la conectividad y permeabilidad del territorio y la inversión en capital humano sobre criterios de excelencia en la educación, extensión de la formación continuada y la sincronización entre formación y necesidad del mercado de trabajo.

* Mayor apertura exterior por medio de la internacionalización de la empresa andaluza con un aumento de las exportaciones e importaciones y la diversificación de sectores y mercados de destino.
* Apuesta por la sostenibilidad que permita garantizar un desarrollo económico equilibrado.

El crecimiento económico que registra la economía andaluza desde 1994 debe ser aprovechado para cambiar, paulatinamente, las bases del modelo de desarrollo económico puesto en marcha en la década de los noventa por otro con pilares más estables que permita optimizar mejor las ventajas competitivas permanentes y los recursos productivos, con más innovación y excelencia empresarial, mayor dotación de capital e infraestructuras y mejor y más eficiente formación de la población activa.

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